El Cristo de la Hermandad en Arrecifes no se cayó. Y si, es noticia.
Hubo varios que cayeron; otros se quitaron antes de caer, como el nuestro. Aquí hay una breve lista:
En abril de 2019, en La Merced (Salta) despertaron con la noticia de que el Cristo de la Hermandad estaba en el piso, había caído, su base podrida, por suerte sin nadie cerca que corriera peligro de quedar debajo de la escultura.
En el mismo año, la misma pieza ya recuperada y vuelta a poner en su cruz volvió a desplomarse destruyéndose casi en su totalidad producto de la humedad y las termitas.
En marzo de 2015, en la Capital Riojana, el Cristo de la Hermandad se derrumbó, según dicen los vecinos, por falta de mantenimiento.
En el Valle Fértil, en San Juan, el Gran Cristo de siete metros de una sola pieza se desplomó produciendo gran estruendo, según los vecinos del lugar.
En la localidad de Chajarí, el Cristo de Madera de Sissara fue reemplazado por uno metálico para evitar que el original cayera y produjera lesiones el los vecinos que suelen pasar por el lugar.
En Miramar acaban de retirarlo por peligro de derrumbe.
En noviembre de 2020, la cabeza del Cristo de la Hermandad de Villaguay cayó, con suerte sin herir a nadie y la estatua fue desmontada por el riesgo que significaba mantenerla en pie.
En nuestra ciudad no cayó. Se lo retiró porque nadie podía asegurar que no había riesgos de que cayera en un lugar con gran tránsito como es la esquina de las Avenidas Merlassino, Molina y Sarmiento.
De dudoso buen gusto, el trabajo de Sissara fue emplazado, no solamente en un lugar muy concurrido y transitado, sino además en un lugar donde una obra de arte es imposible de apreciar, cuando de fondo tiene las secadoras de los silos.
La verdad es que cuando se construyó el Cristo, se lo iba a instalar en un lugar cercano al Cementerio local, pero el mismo escultor no aceptó y entonces, quedó casi en el mismo lugar donde había sido esculpido.
¿Se puede restaurar una pieza que está esculpida en madera verde? El común denominador de la madera utilizada para los cristos era precisamente que el escultor elegía un árbol para cortar con el fin de hacerlos. Madera verde, en movimiento que se sabía no iban a durar. El tronco fue abriéndose y haciéndose frágil, lo que se podía apreciar en la cabeza de la obra de nuestra ciudad, dentro de la cual en algún momento pudo hacer nido una familia de pájaros gracias al espacio que quedaba. No era necesaria la caída de la cruz ni de la figura del Cristo, sólo que cayera la cabeza representaba un riesgo para los vecinos.
Luego de las experiencias que se ha tenido con los Cristos de la Hermandad en el país, sería bueno que dejáramos de pensar en recuperar la obra y de una vez por todas sacar la base de donde se encuentra que ningún fin tiene ya. Y en caso de intentar correr el riesgo de instalarlo nuevamente, llevarlo al medio del campo donde nadie corra riesgo de ser aplastado por el mismo Hijo de Dios.
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