Hoy, a los 92 años, falleció Mary Deane.
Fue una de las abuelitas mas hermosas que conocí.
Cuando la veía en el Plaza o en el kiosco leyendo me daba ternura, me contagiaba la tranquilidad de la siesta en los pueblos.
Era una de esas imágenes de la cotidianidad que dan la sensación que el tiempo no transcurre.
Comparto nuevamente una nota que le hice hace un tiempo.
Hasta siempre Mary.
Mary Deane, a very famous grandmother
La primera vez que fui a la casa de Mary Deane, en la Sociedad Irlandesa, ella me había llamado para pactar la entrevista y habíamos quedado en encontrarnos a las 16 hs. Toqué timbre, no salió nadie. Insistí, y nada. Se habrá olvidado, está grande y capaz que no se acordaba, me decían.
Una semana después me volvió a llamar y me pidió disculpas porque ella había anotado que era a las 17 hs. La segunda vez, que fui a su casa, toqué timbre y nuevamente no salió nadie. La llave estaba puesta del lado de adentro, pero no salió nadie. No escucha el timbre, me decían, esta grande y quizás no oye bien.
Tiempo después, acordamos un nuevo día y horario. Mary Deane me esperó sentada con la puerta abierta. Luego de un buen buen rato de charla, comprobé que su memoria funciona perfectamente, sus oídos también. Comprobé además que es un estereotipo de abuela, lo único que tiene de diferente es que en su léxico incluye muchas palabras en un inglés perfectamente pronunciado. Sus hermosas arrugas, sus ojos claros, el cabello blanco, la convierten en una persona muy querible y abrazable.
“Yo lo único que te pido es que a las 17 hs terminemos, porque tengo algo que hacer, me surgió un compromiso muy importante”, me anticipó Mary y a mí me pareció raro, pero no dije nada. Además agregó “preguntame vos, porque yo no sé de qué hablar, nunca me hicieron algo así”, me dijo. Y yo le contesté: – “Es simple Mary, cuénteme su vida”.
Yo nací acá, en este pueblo. Muchos piensan que no, pero es por mi acento. Mis padres también son argentinos, y mis abuelos son irlandeses, del norte de Irlanda por el lado paterno y de Rath (Irlanda) por el lado materno. Nos dicen los ingleses por el idioma, yo nací hablando inglés. Mis padres eran Juan Deane y Catalina Atkinson, mi madre explicaba que se escribe igual que el perfume pero sin la S al final, ella falleció a los 89 años. Mi padre a los 68 años, pero como nosotros en esa época éramos jóvenes, en el año 1951, nos parecía que era muy mayor, y no era así.
¿Cuántos hermanos tuvo?
Éramos 4, tres varones y yo que soy la menor. Todos nacimos en Arrecifes, en el campo para el lado de Salto, en el barrio La Colonia. Pero de esa época de mi vida, cuando estaba Perón, prefiero no hablar, out.
¿Nunca vivió en otra ciudad?
Solamente me fui de acá en mis años de colegio, que lo hice en Buenos Aires, en el Colegio Santa Brígida, y ahí me recibí de maestra de inglés.
Le enseñó inglés a cientos de chicos
Sí, daba clases de apoyo. Cuando falleció mi padre vinimos a vivir al pueblo. Mi hermano mayor se casó, luego falleció en un accidente. El segundo era sacerdote de la Comunidad Pasionista, en mi familia había 5 sacerdotes, todos muy católicos. Y el otro me llevaba 7 años, y si bien antes no se hablaba de esas cosas, yo creo que debe haber sufrido un poco los celos hacia mí, porque era la más chica y mujer.
Usted es patrimonio de la ciudad Mary, la conoce todo Arrecifes.
Sí, me conocen en todos lados y la gente me dice Mary, porque mi nombre no es María, es en inglés. Si bien María es el nombre de la Virgen, prefiero Mary y no María. Tengo un registro de mucha gente, no digo que conozco a todos, pero casi. Yo en otro pueblo no podría vivir. En mi cumpleaños, en la iglesia, había mucha gente, fue muy lindo.
En esa misa el padre Adrián la mencionó como un ejemplo de ciudadana, por sus valores.
No sé si es para tanto, este Adrián… Pero fue una misa muy linda. Con nuestras faltas y fallas, nacimos y seguimos así, es de familia porque todos fuimos correctos. Como creyentes, nunca faltamos a misa, en auto cuando lo tuvimos o en sulky en el campo, solamente no íbamos si llovía.
De joven, que otra cosa hacía además de dar clases de inglés
Antes había muchas fiestas de irlandeses. En Pergamino, o en el Salón Suizo de Buenos Aires. Me gustaba mucho bailar, tenía una amiga del campo, María Elena Ustace, que era hija única e íbamos juntas, pero era diferente porque siempre nos acompañaban nuestros padres. A mí me encanta la música, pero la normal. El rock ni verlo, y los boliches no los entiendo. Porque se acuestan y a las 01:00 hs se levantan, van al boliche y duermen toda la mañana. Las cosas cambian, y adaptarse no es fácil, y menos a los ninety.
En su casa, que costumbre irlandesa tenían sus padres
Además de hablar inglés, recuerdo que jugaban a las cartas, un juego que se llamaba forty five.
¿Tuvo novio o esposo?
No, soy soltera. Tuve un novio, a los 19 y algunos compañeros de baile, pero eran sólo eso.
¿De quién heredó sus ojos claros?
De mi madre, aunque me hubiera gustado tener ojos azules. Mi madre era muy linda, se casó por la mañana con mi padre en una misa nupcial.
¿Por qué vinieron sus abuelos a Argentina?
Emigraron por la religión, ellos eran católicos, y allá todos protestantes. Nunca más volvieron, eso es muy triste. Además no hablaban el castellano, pero me contaron que él era muy enérgico y trabajador.
¿Usted está bien de salud?
Por suerte sí, a mí nunca me inyectaron suero. Veo bien, tengo una gran vista. La edad no me molesta, porque me siento muy bien. Me gusta andar por la calle, no soy muy charlatana, me cuesta dar entrada y como todo irlandés soy un poco desconfiada. Te hago una pregunta, ¿todo lo que dije va a salir?
Si
¡Oh my god! Bueno, aprovecho para decirle gracias a toda la gente que vino a mi cumpleaños, fue muy lindo. El té estaba rico, era té de hojas, no de saquitos.
Mary, ¿mantiene usted alguna costumbre irlandesa?
Sí…
Mary no me quería decir cuál era su costumbre, y su cara pícara y cómplice me indicaba que intentaba ocultar algo. Finalmente me dijo:
Hay una costumbre inglesa, de toda la vida, el té de las 17 hs.
Ahí recordé cuál era su “compromiso importante”, pero en lugar de molestarme me dio ternura.
Mary Deane tiene 90 años. Habla con la paz de los que tienen noventa años, observa con la sabiduría de los que tienen 90 años, escucha con la paciencia de los que tienen 90 años, pero sobre todo vive con las ganas de un adolescente, pero a los 90 años.