Los ninguneados
Lanata dio el puntapié inicial, y todos están calladitos la boca. Aunque como siempre que se larga alguno a hablar – recuerdo las infortunadas palabras de Juan Pablo Schiavi sobre la masacre de Once y esa “costumbre de los argentinos de viajar en los primeros vagones” – se manda una burrada, tal el caso de Julio De Vido que exigió al máximo su capacidad de razonamiento y esgrimió un profundo análisis: “es todo una chantada”, dijo el ministro de Planificación.
Es un punto de vista, subjetivo como todo punto de vista. Pero me parece tan evidente y descarado el blindaje de medios estatales o cuasi estatales a Lázaro Báez, tan explícita la estrategia de banalización jelinesca y calabresca del caso que me da asco. Clarín miente, pero el resto también y se nota.
De todas maneras frivolizar esta “novela” permitió que aquéllos que no incursionan en el terreno político se hayan interesado por el fariñagate, quizás con menos análisis y reflexión, pero ayudando a que el tema esté en boca de todos, politizados y no politizados.
Investigar al investigador funciona perfecto en Argentina, porque todos tenemos esa innata costumbre de truchar lo que es posible que sea truchado. Todos nos mandamos alguna, por eso no podemos hablar. El famoso muertito del placard, que a veces no es un muerto sino que está desmayado, pero la cola de paja nos taladra la conciencia y por las dudas nos callamos, nos cruzamos de brazos o nos vamos a dar la vuelta al perro.
¿Es lo mismo evitar una factura que lavar dinero a lo pavote? ¿Es lo mismo coimear al milico en la ruta que obtener una licitación a cambio de 40 millones de pesos públicos? ¿Es lo mismo sacar bolsas de euros del país que comprar bolsas de mercadería en negro para vender en un almacén?
Es mucho más que una red, es una red de redes. Casi imposible de graficar, muy difícil de escribir de manera articulada y conectar todos los eslabones, pero muy fácil de advertir con un poco de calle. Se trata de redes de conveniencia, acuerdos implícitos, pactos no pactados.
Pero una cosa es que lo justifique yo, otra cosa es que lo justifique ella (a través de su aparato mediático pago). ¿O no?
Una cosa es que lo haga yo, otra cosa es que lo haya hecho él. ¿O no?
La estrategia de control del Gobierno es casi infalible y atraviesa todos los ámbitos de la sociedad (instituciones, medios, empresas, comercios, entidades, etc.) si me jodes, te jodo. Ejemplos sobran: El apriete a las cadenas de supermercados para que no publiciten los precios en las páginas de determinados medios; la AFIP intimidando a quien se anime a decir A; el recorte de dinero al inoperante de Scioli y abundantes casos.
A Lanata quieren esquivarlo aplicando una enseñanza bíblica tergiversada y difundida por la prensa dependiente: “quien jamás haya cometido un pecado que arroje la primera piedra”. Una enseñanza que le viene como anillo al dedo a quienes quieren defender lo indefendible, a quién se queda sin recursos argumentativos, sin pruebas, sin retórica y terminan cayendo en lugares comunes. Esos lugares comunes continúan, desde hace años, dividiendo al país. O sos mi amigo, o sos mi enemigo.
No se trata de ver quién es más corrupto, sino de no robar. O al menos de intentar ver quién explica mejor que no roba, porque realmente entre Clarín y el Gobierno prefiero el infierno. Si hay o no pruebas es irrelevante para un Juez, lo que sí importa es que alguien dice que las hay. Por eso la Justicia debe actuar igual, urgentemente. Aunque en estos días está descaradamente ausente del mayor caso de corrupción de elite desde los nefastos noventa con toda la troupe de Carlos Saúl. Quizás se mueva alguna que otra pieza del tablero, pero me arriesgo a afirmar que no va a pasar nada de lo que queremos que pase si en realidad pasa algo.
Es humillante que luego de semejante denuncia nadie investigue nada, nadie explique nada. Y justamente eso es lo que provoca rechazo en mucha gente, que la ninguneen, que ella twittee mientras se manifiestan, que minimicen tragedias, que con total desfachatez trate de pavo a quien la expone ante el pueblo que exige respuestas. Incluso sus propios súbditos necesitan respuestas, porque de tanto miedo a declarar y que los reten, prefieren no decir nada. Pacto de silencio.
Más allá de lo que dice Lanata, nadie de nadie de nadie puede afirmar que Lázaro Báez no es trucho, y nadie niega su relación con Néstor. Por eso el resto es puro bla bla mediático y juicios de opinión. La corrupción es intrínseca al ser humano, por eso los ciudadanos pactan acuerdos que prometen respetar para lograr una sociedad igualitaria y libre. Pero los acuerdos no se respetan, y todo sigue como si fuera una novela con el final de siempre.
En España estarán los indignados, pero en Argentina estamos los ninguneados.
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