¿Por qué fracasan las estrategias para frenar los contagios en Argentina?

¿Por qué fracasan las estrategias para frenar los contagios en Argentina? La respuesta tiene muchas variables pero la fundamental no es médica sino sociológica.
Vale escuchar a los ministros Quiroz y Ginés para tratar de comprender el razonamiento detrás de las medidas más allá de la grieta. Al hacerlo se encuentra una lógica común a ambos, que constituye una presunción errada sobre el comportamiento social.
El razonamiento es el siguiente: la gente no se banca más la cuarentena y la incumple igual. Por lo tanto, lo que debemos hacer para contener la ola de contagios es autorizar lo que de hecho ya se hace pero solicitando que se cuide y apelando a la «responsabilidad ciudadana»
La premisa no es del todo incorrecta. La vuelta a fase 1 en julio demostró (siguiendo la curva de contagios) q efectivamente muchos no la cumplieron y que insistir por el camino de la prohibición no permitiría resultados positivos sin una inviable e inadmisible represión
Pero sin querer ponerme muy técnico, podríamos decir que lo que suponen los médicos sobre el comportamiento social en pandemia es lo que Weber llama «acción racional con arreglo a fines»: q calculan que el riesgo de contagiarse es preferible al de quedarse sin otras actividades
Aunque eso podría sonar plausible (no sensato) para quien necesita trabajar porque podría verse sometido al hambre o a la pérdida de bienes, en modo alguno explica el caso de quien sale a tomar una birra, hace el asadito con los amigos o visita a la tía, foco de los contagios
El problema de fondo no es ese sino que la población en una catástrofe NO actúa según esa racionalidad ajustada a fines sino que se ve atravesada por acciones afectivas (tercer tipo en Weber) vinculadas a mecanismos de defensa psíquica como la negación y la proyección
Al cambiar la hipótesis de explicación del comportamiento, podemos entonces aventurar por qué lo que se hace sale mal. Para alguien en estado de negación, decirle que vamos mejor, q abrimos actividades y q no habrá colapso es el mejor modo de lograr que ratifiquen la negación
Porque después de 30 años de estudiar las respuestas ante la catástrofe, lo más regular q se puede encontrar es precisamente que la acción humana en esos casos tiende a la negación y a la proyección. Nadie quiere aceptar la posibilidad de su muerte o la de sus seres queridos
Eso explica también el odio en las respuestas anticuarentena. Por ejemplo: en casos en que sobrevivientes del genocidio nazi lograron escapar de la deportación fueron golpeados y acusados de mentirosos en los pueblos donde intentaban contar lo q sabían o habían vivido
Es desgarrador leer los testimonios pero con una mirada más humana resulta comprensible: ¿quién podía aceptar que el destino de toda su aldea sería ser deportado y aniquilado en cámaras de gas? El enojo y el terror se proyectaban en el emisario porq la verdad era inaceptable
Los dirigentes políticos se encuentran así en un dilema: deben decirle a la población lo que no quiere escuchar y se arriesgan a ser el foco de odio y proyección, con lo que implica en pérdida de imagen y votos, ya que puede tener su costo político
Psicópatas como Trump o Bolsonaro directamente se transforman en la fuente del proceso de negación («es una mentira demócrata», «es una gripecinha», entre otros tantos delirios)
¿Por qué bajó el pico en Italia o España? R. Etchenique lo identificó con precisión: por la «inmunidad de cagazo». El miedo de la gente pudo vencer al mecanismo de negación. Pero eso tampoco es permanente ni automático y los rebrotes lo demuestran. La negación es persistente
Les pido q vean los mensajes oficiales y los medios en esos países en ese tiempo. Alcaldes gritándole a la población que ya no sabían qué más hacer y que si no se quedaban de una buena vez en sus casas perderían a sus seres queridos
No estoy llamando a reproducir los gritos españoles e italianos, pero sí a comprender que nuestros principales enemigos son la negación y la proyección, como en toda catástrofe. Y que eso no se resuelve ni con camas ni con respiradores
Daniel Feierstein.
Sociólogo.