De ahora en más viviré viajando
Minuto de domingo – Entrevista de Diego Amaya a Ivan Basualdo
La foto del Priscila está por todos lados. Los muros de facebook guardan para siempre su sonrisa inapagable. Una me conmueve más que todas. Está abrazada a Demián y a Iván, sus hermanos. Con el primero, hemos chocado vasos cerca de algún fuego y nos estamos viendo seguido. De Iván no volví a saber nada desde que era volante derecho de la división sub 23 de Almirante Brown, con proyección de primera por su velocidad y otras condiciones que hacían presagiar un buen futuro futbolístico. Y de eso ya pasaron cerca de diez años. Pienso que la de él es la historia de muchos pibitos que terminada la secundaria deciden dejar Arrecifes para emprender estudios Universitarios. Con la intención de corroborar mi pensamiento pueblerino, decido stalkear su face y lo primero que veo después de otra foto con Priscila, es una imagen suya sonriente al lado de un globo terráqueo y otra con pasajes en la mano. Y no pude con mi curiosidad.
«Empecé a viajar sin parar hace tres años, allá por octubre del 2015. Dejé todo y salí de viaje sin pensar en la vuelta ni en dónde iba a estar en los próximos meses. Después volví por un tiempo corto a Argentina, tomé camino a Europa y desde ahí no he parado de moverme». Así responde Iván a mi primera pregunta. Apenas unas horas antes, le había escrito por Messenger, le conté de mi intriga, cruzamos unas palabras y al rato ya estábamos en un ida y vuelta de audios por WhatsApp con la intención declarada de contar su historia de viajero en una entrevista.
«Hay mucha gente que en algún momento de la vida siente ganas de largar todo y mandarse a mudar. A algunos se les presentan las oportunidades. Cuando yo me sentí en ese lugar, estancado en la vida, me empecé a interesar por los blogs de viajeros y luego profundicé ese deseo de moverme, contacté con gente que se sentía con esas mismas ganas, otras personas que ya tenían la experiencia de viajar y un día dejé todo y me largué al camino».
La primera vez que Iván pasó muchos días fuera de casa fue en 2011 cuando con dos compañeros de Facultad partió a Bolivia, pasaron allí muchos días y para cuando el viaje que tenían programado empezaba a terminar, decidió seguir solo hasta Machu Pichu. «Esa primera experiencia me marcó porque sentí que al año siguiente quería estar viajando otra vez. Una especie de viaje iniciático. Ese fue el viaje que me empujó a vivir viajando».
Por esos días, Iván estaba estudiando Ciencias Políticas en Rosario, carrera que terminó de cursar y de la cual quedaron algunas materias por rendir. Vivía con amigos en un departamento y tenía una vida normal de Estudiante Universitario. Todo estaba en orden. «Cuando viajé a Machu Pichu fue con espíritu de vacaciones. Iba bien la Facu, estaba en una situación personal estable, no fue un escape». Así se sostuvo durante varios años, hasta que volvió a colgarse la mochila.
– ¿Cuándo y hacia dónde partiste en tu segundo viaje?
– En los primeros días de 2015 dejé todo y me fui solo dos meses al sur del país. Cuando volví, retomé mi vida habitual por un tiempo. Pero algo en mi había cambiado y unos meses después, en octubre de 2015 me fui sin pensar en para dónde ir ni cuando volver. Quería experimentar eso de andar sin mapa. De vivir y viajar con pocos recursos. Quería comprobar que era fácil como me contaban amigos que ya tenían la experiencia. Y todo lo que pasó fue mejor de lo que yo podría haberlo soñado: con muy pocos recursos conocí lugares maravillosos, gente hermosa y viví cosas inolvidables.
– ¿Hubo un momento en el que te dijiste voy a vivir en viaje?
– El click lo hice estando en Europa, una vez que me quedé sin pasaje de vuelta y no me quedó otra que seguir camino. Ahí descubrí que si se está conectado con lo que se quiere hacer, las posibilidades son muchas. Y hay gente que da una mano, porque muchos estamos en la misma.
– ¿Cuántos países recorriste en este tiempo?
– Hasta el momento recorrí 45 países, casi todos europeos y siempre por ruta y a dedo. Me faltó Grecia, Suiza y El Reino Unido. Pero ya habrá razones para andar por ahí. También recorrí Sudamérica, menos Uruguay. Y ahora ya tenemos la mirada puesta en Asia.
– ¿Cómo elegís tu próximo destino?
– Cuando se viaja a dedo es difícil tener los destinos programados. Vamos dónde es más accesible y nos vamos adaptando según lo que vaya pasando. Hay lugares que quiero conocer por historia o sus paisajes, pero lo cierto es que la premisa inicial es ir donde pinte.
– ¿Es tan simple como eso?
Casi siempre sí. En Europa si tenemos que pensar un poco más porque yo tengo visa de turista y no me permite estar en un lugar más de tres meses, así hay que optar por un país al que salir y en esos casos recurrimos a los países del Este que es zona de libre tránsito y no hay control migratorio y luego volver a lugares con mayor movimiento turísticos. También estamos atentos a las ofertas de vuelo que suelen ser muy baratos y así llegamos a Finlandia, por ejemplo, ahorrando plata y camino. También depende de la Estación en la que estemos y las oportunidades que se nos presenten. Nosotros utilizamos una plataforma llamada Workaway para hacer voluntariados y trabajar en hostels y si encontramos donde nos reciban, ya sabemos que ese es nuestro punto.
Ya pasaron varios días desde que con Iván mantenemos una charla fluida pese a las 13 horas de diferencia que hay entre mis inquietudes y sus respuestas. Yo desde Arrecifes y sin haberme movido mucho y con los pies cada vez más enraizados, él a días de tomar un tren desde Rusia a Japón. ¿Cómo será eso de hacer verdad lo de hacer camino al andar? ¿Cómo será estar lejos de casa o que no haya un lugar dónde volver? ¿Cómo es, Iván?
– Es una elección y con ella está todo: lo bueno y lo malo. Cuando las cosas salen como no las espero y uno piensa «qué mierda estoy haciendo acá» o en mi casa en Argentina pasan cosas que no están buenas, siento ganas de estar ahí aunque sea por un ratito. Pero hoy elijo seguir en movimiento sabiendo que mi familia, mis amigos y esas cosas que sólo se viven en Argentina, siempre van a estar ahí para cuando decida ir de visita o volver definitivamente. Es necesario el apoyo de la gente que está cerca y en mi casa esa libertad siempre estuvo. Todas esa sensaciones son parte del viaje.
Las fotos que hay en su muro son un testimonio al que las palabras que intentan contar esta historia podrán siquiera sacarle un empate. En eso estamos de acuerdo con Iván. Lo que sus ojos vieron, los lugares dónde su corazón latió más fuerte, las huellas que dejó y las que lleva con él no son relatables. Pero nos prometemos intentarlo mientras con una sonrisa que se transmite a través de su voz me cuenta la Europa que no está en los documentales. «De Lisboa me impactó esa mezcla de mundo viejo y nuevo a la vez. Es un destino buscado por mucha gente porque también es barato. Portugal fue mi primer ticket. París, es una ciudad increíble. Llegué sin buscarlo porque trataba de esquivar las capitales, siempre haciendo autostop y durmiendo en carpa no es fácil en las ciudades grandes. Allí la pasé muy bien, quede deslumbrado. Noruega también fue una linda parte del viaje. Dublín es un lugar precioso. Breslabia en Polonia es bellísima y San Petersburgo en Rusia está dentro de las que más me gustaron».
– ¿Cómo saltas la barrera del idioma?
– Mi nivel de inglés me permitía leer, pero no hablarlo con fluidez por lo que tuve que poner mucho la cara mientras lo practicaba para pulirlo. A todos los países que vamos tratamos de aprender lo básico de su idioma también por una cuestión de respeto. En Hungría, por ejemplo, se usa el alfabeto cirílico y es incomprensible, como el ruso, pero por el tiempo que llevamos acá ya aprendí lo suficiente. En países como Surinam o Guyana, el inglés que yo manejaba no alcanzó, pero ahora con mucha más ruta recorrida ya sé que con buena onda me puedo hacer entender en todo el mundo.
– Y en eso de no tirar ancla en ningún lado también debes establecer lazos temporarios con gente que difícilmente vuelvas a ver.
– Viajar a dedo nos ha conectado con mucha gente y de distintos niveles sociales. Nos ha pasado que nos levanten gerentes de empresas, familias de refugiados, personas comunes que van a trabajar y a través de todos ellos es que se puede ver mucho de los lugares que visitamos. Muchos se interesan por saber de mí. Hace poco estuve siete días viajando en tren con un grupo de obreros de Azerbaiyán en lo que parecía la tercera clase del Titanic y la distancia cultural es tanta que no pude hacerle entender algo que para mí es muy fácil: simplemente estoy viajando.
“Diego quería contarte que estuve un poco desconectado porque hace cuatro días que estoy en Japón. Estoy haciendo dedo para salir de Tokio. En este momento estoy al lado del Monte Fuji, está nublado pero espero poder verlo. Y si no será en la próxima. Te mando un abrazo”.
Si quieren seguir a Iván, pueden ingresar en http://pasosporelmapa.com/
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