Eduardo Sacheri moja el pan en la salsa de los ñoquis
El jueves pasado Eduardo Sacheri estuvo en Arrecifes y no quiero relatar su visita en tercera persona, fundamentalmente porque quiero poner lo que yo viví, como lector y admirador de sus cuentos y novelas.
Su visita comenzó antes de llegar a Arrecifes, si bien quizás a él puedan molestarle estos detalles que no deben trascender, prefiero arriesgar y que se sepa que el tipo vino por amor al arte, porque no se olvida de lo artesanal –diría el Pity-. No cobró un peso, cuando tranquilamente podría haber chapeado con su miles de ventas, el Oscar, el éxito y otras nimiedades.
A las 15.30 hs Sacheri desplegó su magia ante una tribuna repleta de pibitos que lo miraban como a un ídolo. Quizás no sabían de memoria la descripción de Wikipedia sobre “Eduardo Sacheri”, pero sí supieron enseguida que el tipo que estaba adelante era piola, era importante, escribía películas y era hincha de Independiente. Ah, y que tenía 47 años.
Sacheri los escuchó a todos incluso más de lo que lo escucharon todos a él. Respondió muy didácticamente sus preguntas y hasta les leyó un pedacito de “Memorias de un wing derecho”, el cuento de Fontanarrosa que inspiró la peli Metegol. Los chicos escucharon en silencio, y se dieron un lujo que muchos se quisieran dar.
Después de la charla se sacaron fotos con él y lo abrazaron. Quizás por lo que dijo y quizás por sus pelis, pero seguramente lo abrazaron más por estar ahí, con ellos, compartiendo.
Acto seguido nos recibió a nosotros, los de la prensa. Estábamos todos, lo cual era indicio de admiración. Se sentó, tranqui, y respondió durante 30 minutos nuestras preguntas. Muchas ya se las habían hecho decenas de veces, es casi inevitable. Pero se paró de cinco, peleó las preguntas divididas, la puso abajo del pie y respondió claramente hacia los costados. Por supuesto que los periodistas también somos personas, y choluleamos lindo sacándonos fotos y selfies.
Luego la charla abierta al público, con tribunas llenas. Repasó su infancia, desde la pérdida de su padre a los 10 años, pasando por sus primeras aventuras en la calle, hasta sus primeros cuentos a los 25 años. Habló de sus películas y sus cuentos y sus novelas. De Apo y Campanella. Explicó algunos de sus trucos literarios preferidos y por qué escribe como escribe y lo que escribe. Muy buena charla.
Nuevamente las fotos y las dedicatorias en decenas de libros con los presentes. A mí me firmó 3 libros, 3 dedicatorias diferentes.
Un escritor arrecifeño me pidió que le pregunte qué lee. Sacheri dijo que lee de todo, vorazmente, best sellers y clásicos, lo que se le cruza lo lee. También dijo que le hubiera gustado ser él quien escribió “Bestiario”, de Cortázar, y “Cuarteles de invierno”, de Soriano. Dijo que lo mejor que puede hacer un escritor es escribir todos los días, pero sobre todo leer, leer y leer.
Por último, algunos afortunados, tuvimos la posibilidad de cenar con él a la noche en La Biela – ¡eternamente agradecido, Gaby Iocollano!-. Fue una hermosa cena en la que pudimos escucharlo con la misma sencillez, y en la que se animó a contar algunas de esas cosas “que no se cuentan”. Quedarán en el recuerdo de los que estuvimos, aunque tenga que morderme la lengua por la cantidad de títulos taquilleros que se escucharon en esa charla. Además, como si fuera poco, también nos escuchó él a nosotros.
Sí puedo contar que se pidió unos ñoquis, y que moja el pan en la salsa.
Y puede que ustedes digan que comentario más pavo, pero no comparto. Porque lo mejor de toda su carrera de escritor es la magia con la que describe escenas sencillas sobre temas complejos y universales. Entonces es justo explicar que Eduardo Sacheri moja el pan en los ñoquis, porque él es simple, es normal, es un tipo común que no se la creyó, incapaz de firmarme una dedicatoria en “El mundo ha vivido equivocado” porque considera que “no te puedo firmar algo de ese mostro”. Vende miles de libros, Julia Roberts y Nicole Kidman interpretarán sus personajes, lo tradujeron a decenas de idiomas, se codea con los más más…
Pero moja el pan en la salsa de los ñoquis, en Arrecifes, junto a un grupo de personas que no conocía. Yo me senté al lado de él, y estoy feliz de saber que ese “mostro” es tan pero tan mostro que moja el pan en la salsa de los ñoquis.
Entrevista
MA: ¿“Ser feliz era esto” es sobre un buen momento de Eduardo Sacheri con su familia?
Yo creo que de libro a libro o de película a película te vas respondiendo preguntas a vos mismo. Uno escribe para eso independientemente de que los lectores encuentren otra cosa, que está bárbaro. Tenía muchas ganas de escribir sobre el vínculo de un padre y una hija. Tengo una hija de la edad de Sofía, la protagonista, y venía de escribir “Papeles en el viento”, una historia más vinculada con la amistad. Antes de “Papeles en el viento” una historia de crímenes, trágica, como había sido “La pregunta de sus ojos”. Tenía ganas de esto, de irme a lo de un vínculo. Cada libro responde de algún modo temas míos.
MA: ¿Te sentás a escribir y le vas dando forma a una idea o cuando te sentás ya tenés una idea definitiva del texto?
En lo personal, y te lo aclaro porque hay escritores que laburan bastante diferente a como lo hago yo, tengo bastante claro a dónde voy. Y no me pongo a escribir hasta que no tengo bastante idea…como si te dijera este tren termina en tal estación, después de pasar por estas 5 ó 6 estaciones. Recién después de tener en claro ese itinerario me pongo a escribir. Por supuesto que hay sorpresas también, y en una estación te quedás mucho más de lo que habías pensado, y otra la pasas de largo porque al final no te sirvió, o te tomás un desvío a algún ramal secundario. Pero en general suelo tener bastante claro al momento de escribir. Hay grandes escritores que son requetedistintos, como Osvaldo Soriano, que me gusta mucho, al tipo le gustaba una primera frase, sin tener idea de cuál era la segunda frase, y empezaba una novela.
MA: ¿Por qué seguís siendo docente?
Me hacen mucho esa pregunta y siempre me sorprende. Me quemé las pestañas 8 años en la facultad, entre Profesorado y Licenciatura, para ser Profesor de Historia, para ser profesor. Por qué voy a dejar.
MA: Porque ser escritor parece un oficio muy placentero
Ser profesor también es muy placentero.
MA: Yo a mis alumnos les leo Sacheri. ¿Vos cómo conseguís motivarlos?
Es una mezcla de humor, insistencia, exigencia. Yo tengo más de 20 años frente al aula, y mal que mal la experiencia te sirve. Por supuesto que no en todos los temas se enganchan igual.
MA: ¿Ellos te ven como Eduardo Sacheri?
Capaz que el primer día de clase sí, dicen “mirá este es el tipo que sale en el diario”. Pero la segunda clase les tomaste lección, les ponés un 1 y sos el pelado de historia.
Cristán Ávalos: ¿Tenés algún escritor modelo?
El tema del modelo es complicado porque suena a que “queres escribir como”. La verdad es que a los escritores que a mi me gustan mucho los tengo tan idealizados que ni se me pasa por la cabeza “escribir como”. Si pensara eso me paralizo y no escribo nada.
Pero tipos como Julio Cortázar, Sábato, García Márquez, Vargas Llosa, Soriano, te estoy nombrando tipos distintos de distintas épocas, son los que más me marcaron a mí como lector.
MA: Hay un cuento de Fontanarrosa que se llama “Lo que se dice un ídolo”, sobre un 9 que era un jugadorazo pero no fue ídolo hasta que le pegó una piña al 6 más áspero y recién ahí la gente se sintió identificada con él. Sacheri con qué escritor se siente identificado.
Esa empatía yo la tengo con Soriano. Cuando empecé a leer sobre todo las novelas, más que sus cuentos de fútbol que no son tan numerosos, novelas como “No habrá más penas ni olvido”, “Cuarteles de invierno”. Esos horizontes de pueblo, si bien yo soy de Gran Buenos Aires, pero el Gran Buenos Aires en los 70´se parecía a más a cualquier pueblo en la Provincia que a Capital Federal. Hoy quizás sea distinto.
MA: Eso llama la atención. Tus cuentos se parecen más a Arrecifes que a Castelar.
Permitime que te corrija, Castelar en los 70 se parecía mucho a Arrecifes. Indudablemente ahora no.
MA: Como es tu mundo, tu ritual al momento de sentarte a escribir.
Mirá ahora tengo un escritorio en casa, porque la casa es más grande, los pibes son más grandes y se puede trabajar en casa sin que se estén matando y distrayéndote. Antes era un escritor de bares, de Ituzaingó, de Castelar, cerca de donde vivo yo. Ahora tengo espacio en casa y trato de escribir todos los días un rato.
MA: En tus libros y cuentos soles utilizar mucho un narrador que conoce profundamente el pensamiento de los personajes
Porque para mí ahí está el personaje. Las personas no se definen por sus atributos físicos. Nosotros en general nos definimos por lo que pensamos y lo que decimos. Cómo conoces vos a los demás, por lo que hacen y por lo que dicen. Ni siquiera por lo que dicen de sí mismos. Por lo que dicen en trivialidades y por lo que hacen. Porque cada uno de nosotros hablando de sí mismo puede inventar lo que quiera, pero cuando conoces a alguien realmente cómo lo conoces sino por esos gestos mínimos que delatan su profundidad, su profundidad grandiosa o su profundidad miserable.
MA: Charles Bukowski escribió “Cómo ser un gran escritor”. Vos qué decis.
Lean. Primero, segundo, tercero, durante y después.
Dividamos las cosas, si vos tenes ganas de escribir porque es una catarsis, una liberación, es un sacar cosas afuera, vale en cualquier momento, de cualquier manera, escribas bien o mal, es valioso de por sí. Pero si vos queres que las personas que van a leer eso les signifique algo, les signifique cosas tenes que tener un oficio, y lo que más oficio te da es la lectura. La lectura permanente, frecuente, diversa, no leer siempre lo mismo, eso te afina el oído.
También mucho sacrificio, mucha corrección y poco ego.
Vos tenes que estar dispuesto a que esté mal escrito, no emperrarte. Sin duda cuando uno escribe pone mucho de sí y está exhibiéndose poco menos que desnudo, pero eso no significa que esté bien escrito. Podes ponerte reiterativo, confuso, le erraste de final, y viene alguien que sabe y te dice “che mirá, ta bueno esto, pero podes tocar esto, aquello o lo otro”. Pero si vos desde la cumbre de tu ego no aceptás, va a ser muy difícil que aprendas.
MA: En quién de tu círculo confiás para el análisis de tus textos
Tengo un par de amigas, amigas mujeres sobre todo, que tienen otra profundidad, otra complejidad que mis amigos varones no tienen. Eso los vuelve mis mejores mis amigos porque comparto mi brutalidad. Pero cuando es compartir mis textos tengo amigas mujeres muy buenas lectoras. Y con mi editora en la editorial, en quien confío mucho. Pero no soy de mostrar mucho los laburos parciales.