El otro festival
Nuevamente una masiva cantidad de público se acercó el sábado y el domingo a la Estación de la Juventud a disfrutar del “Festival de la Estación” que organiza Alberto D´Ángelo.
Decenas de artistas locales y de otras ciudades pasaron por el escenario aplaudidos por el fervoroso público que sabe apreciar cuando lo que se ofrece es bueno.
La descripción básica del Festival es quién tocó, cuánta gente fue, lo hermoso que estaba el domingo, la gente que fue el sábado a pesar del frío, la cantidad de stands de artesanos y las cosas lindas que se vieron, lo bien que trabajó la cantina a cargo del Jardín San Roque y las felicitaciones por el 17ª Festival más convocante de Arrecifes.
Pero hay otra nota, la que no sale en los diarios y creo que es la que más me gustó. Esa sensación que uno tiene y por la que vale la pena destacar realmente este festival.
Cuando llegaba estacioné a 3 cuadras, porque estaba lleno de autos. A unos metros estacionó una camioneta de la que bajaron 6 personas, entre las que había una abuela y dos nenes, con sus sillas y el equipo de mate. Venían del campo, claramente, y eso es una pequeña fiesta dentro del festival.
Y junto a los del campo estaban los de la Cumbre, los de Palermo, los de la Villa, los del barrio Las Flores, los del centro y los de FO.NA.VI, todos juntos codeándose y mirando para el mismo lado, compartiendo una mismo espacio unidos por la magia de un festival gratuito y popular.
Los vecinos de todos los barrios y los de Todd, Viña y la zona rural se pusieron sus mejores camisas, sus mejores blusas, usaron los zapatos y las zapatillas “de fin de semana”, se perfumaron, se peinaron prolijo, se tunearon para la ocasión que es ese “pequeño y humilde festival con los mejores artistas que yo puedo traer”, como dice D´Angelo, y se reunieron a escuchar música surgida de las mismísimas entrañas de nuestra tierra argentina.
Da gusto preparar el equipo de mate para pasar una tarde de paseo y música nacional. Hay que saber reconocer lo popularmente lindo que es un festival que reúne al pueblo y que obliga a lucir el mejor cinto, el mejor pantalón. Rompe con la monotonía de la vuelta al perro y obliga a cambiar el recorrido de siempre para pasar por la avenida paralela a las vías “a ver qué hay”, y repetir el comentario de todos los años: “Que de autos che, mirá la gente que vino”.
Antes de irme lo saludé a Alberto D´Ángelo que estaba sentado, cansado pero atento a todo junto a su señora. Felicité al principal artífice del festival del pueblo por reunir a familias enteras, por los chicos corriendo y los mayores sentados adelante, tranquilos. Alberto se emocionó y me dijo: “Y todo esto solitos, solitos. Ella y yo.”, en referencia a su señora que lo acompañaba.
Después me mezclé entre la gente a ver que había pero no podía dejar de pensar en “Luna de Avellaneda”, con un cierto dejo de melancolía porque Alberto también me contó que nadie quiere agarrar la rienda del Festival. Y tuve miedo que algún día todo desaparezca.
Es posible que así sea. Pero nunca va a dejar de ser uno de los recuerdos más hermosos y pintorescos de la vida social de Arrecifes.
“Sabes Juanita que hace tiempo, acá, se hacía el Festival de la Estación”…
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