El 10 y el 4 de la Selección argentina son amigos hace muchos años. Hoy se enfrentarán por la Champions League y cada uno hará lo posible por la clasificación de su equipo.
«Sí, eran buenos tiempos», dice Pablo Zabaleta, sabiendo que la nostalgia lo invade por tres razones: la soltería, su amigo y una ciudad que se le volvió casi natal.
Apenas se conocían, es cierto, pero la película Perdidos en Tokio -dirigida por Sofía Coppola- ya se encargó de eternizar esas sensaciones de andar por una ciudad grande, repleta de multitudes y de soledad a la vez. Apenas con 20 años, Pablo Zabaleta dejó San Lorenzo, dejó su país, y fue vendido a Espanyol por 4 millones de euros, una cifra abismal para un lateral derecho. Apenas conocía a dónde iba y ahí lo conoció a él, Lionel Messi, que de alguna manera también naufragaba en sus últimos días de anonimato en el mundo.
2005 fue el año que construyó esta simbiosis. Unos meses antes, Lionel Messi recién había debutado en la primera división de Barcelona. No era todavía titular, aunque conocía a sus compañeros porque, con muchos de ellos, había compartido tiempo en la Masía, escuela de formación de los blaugranas. Pero a esa edad, finalizando la adolescencia, empezó a patear las noches de la ciudad catalana.
Conocía poco a Zabaleta, pero al estar los dos en Barcelona comenzaron a hacerse muy amigos, sin saber que unos meses después entrarían fuertemente en la historia de la Selección argentina: ganarían el Mundial sub-20 en Holanda. Tan amigos que no sólo compartían noches: llegaron a ir juntos una tarde a ver un partido de tenis entre Rafael Nadal y Feliciano López.
«Sí, eran buenos tiempos, éramos jóvenes y solteros», recuerda ahora Zabaleta, que ya tiene 30 años, que ya no vive en Barcelona -donde pasó tres años y donde, en 2006, ganó la Copa del Rey-, que, como su amigo, tiene familia y mira el pasado con melancolía. Algo que también sentía en 2008 apenas llegó a Manchester: «A los tres o cuatro meses de estar en Inglaterra, volví a Barcelona y me quedé unos días en la casa de Messi».
Muchas veces, Zabaleta ofició de vocero cuando le consultaron si era cierto que Messi podría llegar a jugar en Manchester City. Una vez, confesó una pista: «Messi me preguntó cómo era jugar acá». Otra vez, confesó un deseo: «Me gustaría llevarlo a pasear por Manchester. Quizás, podría llevarlo a Didsbury y comer un poco de pescado y papas fritas. Creo que le gustaría».
Juntos, compartieron también el Mundial 2014 y la Copa América 2011. Este año, estarán, nuevamente, con la camiseta de la Selección argentina en la Copa América 2015. Pero, antes, una vez más, como les viene pasando desde las épocas catalanas, cuando jugaban a muerte los trofeos de la ciudad, como les sucede en los cruces por la Champions League, deberán enfrentarse (esta tarde, por la revancha de los cuartos de final). Aunque la amistad, seguro, no se rompa.
Fuente: www.goal.com