Consecuencias de la política triguera kirchnerista.
Uno. El responsable de una cooperativa agrícola recibe el llamado de un encargado de originación de una exportadora: le avisa que no le va a recibir el forward de trigo fijado en 145 u$s/tonelada. Igual –asegura– va a reconocer la diferencia con respecto al valor del disponible. En la cooperativa necesitan el dinero: tienen que salir a buscar un nuevo cliente. La exportación está retirada. Y los molinos de la zona ofrecen precios ridículamente bajos.
Dos. Si últimamente le sentís un gustito especial a la pechuga de pollo, tenés que saber que quizás es porque las industrias avícolas entrerrianas estuvieron comprando trigo forrajero a productores de la zona para integrarlo a la ración que comen las aves. Pagaban 1000 $/tonelada a 45 días. Ya no compran más: están recontra estoqueadas del cereal.
Tres. Un molino harinero, que un año atrás vendía la bolsa de kilos a 180 pesos sin mayores inconvenientes, actualmente tiene dificultades para colocarla a un precio de 50 pesos. El poder de compra del consumidor argentino está tan destruido por la inflación que ya empezó a perjudicar el consumo de alimentos tan básicos como los panificados.
Cuatro. Un productor con buen olfato comercial, que en el primer semestre del año pasado concretó un forward de Trigo Enero 2015 a un valor de 200 u$s/tonelada, está llamando todos los días a su contacto de la empresa exportadora para que le otorgue cupo de entrega. La respuesta es siempre la misma: sin novedades. El productor, quien necesita el dinero de manera urgente para pagar salarios, tiene miedo de que le terminen pagando dentro de varios meses.
La intervención del mercado de trigo comenzó en 2006 como un intento para frenar la inflación. Luego se transformó en un negocio espectacular para la industria molinera. Y en 2012 pasó a emplearse como en una herramienta generadora de divisas.
Ninguna de esas funciones sigue vigente en la actualidad. La inflación empeora cada año (un paquete de galletitas crackers lacteadas Criollitas de 118 gramos hoy cuesta 8,67 pesos, un 48% más que un año atrás). La industria molinera, además de registrar restricciones en el mercado exportador, tiene una capacidad ociosa enorme. Y en los últimos dos años regalamos más de 2000 millones de dólares a los farmers estadounidenses, además de quedar como el traste con nuestros clientes brasileños.
A pesar de la evidencia contundente que indica que la actual política triguera produjo más daños que beneficios (y estos últimos, además, fueron mayormente “privados”), los responsables de la gestión económica kirchnerista siguen aplicando el manual diseñado por el ex secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno: restringir las exportaciones del cereal por medio de la habilitación arbitraria de licencias.
Moraleja. Las intervenciones comerciales pueden generar beneficios sectoriales durante algún tiempo. Pero a la larga todos los participantes del negocio terminan perjudicados. Incluso los encargados de implementar tales políticas.
Ezequiel Tambornini