646331Por acción u omisión, al fiscal Alberto Nisman lo mató el kirchnerismo. Esto es así por más operaciones de prensa, cartas en Facebook o declaraciones descalificatorias por parte del Gobierno y la amplia gama de miserables que lo integran, Presidenta de la Nación incluida.

Ante ese magnicidio la primera reacción (al menos la mía) fue pensar que la banda de ladrones que nos gobierna desde hace doce años había trocado súbitamente en una banda de asesinos, pero a poco que uno examine las cosas con más calma caerá en la cuenta que kirchnerismo y crimen son compañeros de ruta desde hace largos años.

En 2003  muere asesinado Raul Espinoza, empresario pesquero de Puerto Madryn. Ocurrió  prácticamente el mismo día en que iba a entregarle a Elisa Carrio pruebas de las amenazas que recibía para vender su empresa a otra del mismo rubro de origen español. Espinoza (por gestión de Claudio Uberti y Rudy Ulloa) había aportado dinero para la campaña electoral del Buitre Patagónico, pero mucho más aportaba la citada empresa extranjera que -gracias a ese oportuno asesinato- logró su objetivo.

El 13 de agosto de 2008 aparecen en inmediaciones de General Rodríguez los cuerpos de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina. Aún no dilucidado plenamente (y quizá nunca lo sea)  aquel triple crimen desnudó una sórdida red de negocios vinculada al comercio ilegal de efedrina y puso en foco a la llamada “mafia de los medicamentos”, varios de cuyos miembros fueron aportantes de peso en la campaña presidencial de Cristina Kirchner en 2007. Un detalle al pasar: tiempo después de aquel triple crimen se suicidó un ex cliente de Forza, luego en 2009 un testigo clave del caso fue atropellado por un tren y posteriormente su pareja y también testigo en la causa intentó suicidarse. ¿Le suena?

En otros casos el poder kirchnerista es algo más sutil o actúa a través de sicarios provinciales. Así sucede en Formosa, feudo de Gildo Insfran, donde numerosos integrante de la comunidad qom  han muerto “atropellados”, baleados por la policía o por matones al servicio de gente allegada al poder que quiere adueñarse de sus tierras. Y si no es así los matan por falta de atención medica o de hambre, como sucede en otro feudo, en este caso el del chaqueño Jorge Milton Capitanich, Jefe de Gabinete para más señas.

No menos víctimas del kirchnerismo (en este caso de su desenfrenada corrupción) son los 51 muertos de la tragedia de Once, los que pierden la vida en rutas carentes de mantenimiento o las decenas y decenas de personas asesinadas por  una delincuencia a la que el Gobierno otorga toda clase de privilegios y a quien, siguiendo las teorías garantistas del ex juez Eugenio Zaffaroni considera “victimas de un orden social injusto”.

Muerte y kirchnerismo, violencia como una forma de imponer ideas propias y acallar las ajenas. No debe extrañarnos. ¿O acaso este Gobierno no está plagado de ex integrantes o de decididos admiradores de Montoneros?, grupo entre cuyas “hazañas” se cuenta la muerte de José Rucci, la  de más de una decena de conscriptos masacrados en Formosa y de tantos policías asesinados a sangre fría para despojarlos de sus armas.

El sábado 24 de enero en una nota publicada en La Nacion el periodista Mariano Obarrio citaba una frase de alguien vinculado al espionaje nativo quien, tras señalar a dos altos funcionarios del gobierno como responsables de la muerte de Nisman, agregaba:  “Éstos (los kirchneristas) van por todo y quieren armar una escalada de violencia para tener impunidad como sea». Si bien no simpatizo con gente que pertenezca a “los servicios”,  no puedo negar que hace tiempo ronda por mi cabeza una idea parecida: que el kirchnerismo querrá quedarse en el poder aún por la fuerza. Recursos no le faltan, tienen toda la plata que han robado en más de una década, lo tienen al represor  Milani y sus tanques, tiene grupos de choque como los de Milagros Sala y han fanatizado a muchos jóvenes al grado de embarcarlos en cualquier agresión contra las instituciones. Tienen, en suma, lo suficiente para crear un clima de conmoción interna que sea la excusa para no entregar el poder el 10 diciembre.

Como se ha visto, el pasado y el presente del kirchnerismo están plagados de cadáveres, la incógnita es saber cuántas otras vidas se cobrara de aquí en más el enfermizo deseo de poder de aquellos a quienes, apelando a un título cinematográfico, bien puede calificárselos como “asesinos por naturaleza”.

 

Carlos R. Martinez

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By Minuto Arrecifes

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