Gracias Pappo, una vez más (Por Diego Amaya)
Si fuese un disco, podría llamarse «Gracias Pappo Volumen 2». Así como denominó El Carpo al que quizá sea el mejor capítulo de su vastísima obra musical, durante los años 70′ al frente de Pappo’s Blues. Pero no, es un agradecimiento que se extiende en el tiempo disfrazado de tributo que a su vez se pone la pilcha de festival y convoca a diez bandas del rock local y de la zona y durante varias horas se recorre la discografía de uno de los tipos que trascendió los límites de blues, del rock y se convirtió en una figura mítica, en una especie de ángel guardián con cara de malo que vigila el cuidado de algunas costumbres que como rituales se federaliza a lo largo y lo ancho de la patria rockera.
Y hoy tocó aterrizar en Arrecifes, donde Napolitano tiene su casa, la que le construyeron entre un montón de gente para invocarlo a través de su imagen y, sobre todo, de su música. Nació esta iniciativa en Martín Duzac y se hizo epidemia. Se contagiaron los músicos, los que por un rato ejercen como público, los que le dieron entidad desde los estrados. Todos complotados para que «Gracias Pappo» tenga vida propia, exista por sí solo, aunque, claro, estén los que tienen que estar para seguir dándole cuerda a la máquina y no se pare nunca.
La segunda edición se pareció mucho a la primera. La estructura fue la misma. El pase y siga de un montón de bandas que entre todas terminaron entregando una especie de «grandes éxitos de Pappo». Dos o tres temas cada una, excepto Blues Potter, la formación de Tucho que tocó seis con quien fuera violero de Vox Dei, Carlos Gardinelli, como invitado estelar. Más tarde el cierre, esta vez despojado de toda lágrima tribunera y más del palo, con excelentes duelos de guitarras hasta el chau final ya sin música en el escenario pero con el aplauso del buen marco de público que acompañó como banda de sonido de ese que fue el instante culmine con Liliana Napolitano, la hermana del Carpo, Tucho y Gardinelli devolviendo gratitudes.
La música la pusieron entre La Roca, Sabueso, APTP, Paréntesis, La amiga de la Mejicana, Nómades, Blues Potter, Terranegra, Metegol y Soldaditos. Con un sonido que no permitió que las ajustadas presentaciones de las primeras bandas se escuchasen de la mejor manera y que recién para la segunda parte del festi estuvo a la altura de las circunstancias. Muchos clásicos, la mayoría extraídos de Vol 3 y del último trabajo discográfico de Pappo «Buscando un ángel». «Sándwiches de miga», «Caras en el parque», «Siempre es lo mismo, nena», «Pájaro metálico», «Ella es como un ángel», «Rock and Roll y fiebre» y «Botas sucias». Riff también presente a través de «Lily Malón», «Susy Cadillac», «Sube a mi voiture» y «No obstante lo cual». Solo Nómades, rescato Aeroblues con «Vendríamos a buscar».
El momento más celebrado lo generó Blues Potter. Para cuando empezaba a irse el sol, Tucho y Cia. se despacharon con un buen set más extenso que el del resto de las bandas y con Gardinelli siempre en escenario para una festejada versión de «Longchamps Boogie» y un enorme solo de viola del ex Vox Dei en «Pequeña ala». Terranegra subió la temperatura tocando fuerte para que Metegol (con Tory Lacroze como invitado) y Soldaditos empiecen a bajar el telón con «Aquel gato» y «Con Elvira es otra cosa» y se queden para hacer «El Viejo» que fue la elegida para el bis final con Luciano Esain de Valle de Muñecas en la batería, Gardinelli y Duzac para que una última nota quede sonando hasta la edición del 2015, a diez años del día que Pappo se murió para vivir por siempre.