“Los Súper Héroes”
Carta escrita por Marcelo Herrera, médico pediatra que renunció al Hospital Santa Francisca.
Herrera reside en la vecina ciudad de Salto, y actualmente es 2° candidato a Concejal por “PODEMOS”, Frente Popular Democrático y Social.
“La secretaria de Salud de la Municipalidad de Arrecifes, Dra. Silvia Farías, deberá estar muy satisfecha, luego de más de 15 años de rondar la función pública del área y el concejo deliberante, dado que en todos estos años de abnegado sacerdocio por la salud de la comunidad arrecifeña, logró objetivos sumamente importantes e injustamente olvidados.
Enumerar la totalidad de los mismos sería, al menos, tedioso. Además trasciende, sobradamente la intención de esta humilde nota. Pero, nobleza obliga, he escogido algunos tópicos que valen la pena destacar, para al fin, ser justos en la consideración de tamaña sanitarista:
En primer lugar, la labor tenaz y el empuje sin pausas que ofrendó la Señora, para que el Hospital Sta. Francisca Romana adquiriera la fama tan bien ganada que posee en la provincia, ejemplo de ello es la innumerable cantidad de médicos que desean abandonar sus cátedras, sus prestigiosos sanatorios y consultorios, para trabajar en tan digno nosocomio, a los que la Dra. Farías debe, amablemente, rechazar, porque considera que los profesionales que se encuentran trabajando, son lo mejor que el pueblo de Arrecifes puede tener. Además considera, atinadamente, que el orgullo de pertenecer a la señera institución, debe ser por anteposición de antecedentes, por ello, todos los años llama a concurso, evitando así que algún funcionario ladino logre colar algún familiar en la planta de profesionales, respetando y haciendo respetar así, el olvidado criterio del mérito y la antigüedad en el cargo.
En segundo lugar, pero no por ello menos importante, me surge destacar la infraestructura moderna del Hospital Santa Francisca, que lo hace encontrar como uno de los más funcionales y estéticamente bellos. Nadie puede negar las innumerables comodidades ofrecidas en su interior, especialmente el favorito de la reencarnación de Carrillo. No es exagerado decirlo, la Dra. Farías tiene al pabellón de Pediatría, como su pequeño orgullo, una isla casi imperceptible en el mar de humildad que inunda su corazón. Allí, en la Sala Pediátrica, las habitaciones con baño privado, sus paredes revestidas con pintura epoxi, sus camas ortopédicas y el impecable mobiliario, todo en un más que espacioso ámbito físico, son confortablemente internados los niños y sus madres, para que recuperen adecuadamente su salud, sin temor a las infecciones intrahospitalarias ni las infecciones cruzadas.
Me gustaría mencionar también, en tercer lugar, la emocionante sensibilidad de la Dra. Farías al tener en cuenta que el profesional debe siempre trabajar a la par de compañeros y compañeras enfermero/as, para que el paciente tenga óptima recuperación, por ello dispone sin tener en cuenta costos, personal de enfermería suficiente. Jamás un pabellón fue asistido por una sola enfermera/o durante la gestión de la Dra.
Por último, para no parecer obsecuente, hay que destacar los logros sanitarios, envidiados sanamente, en Canadá y Suecia. Principalmente los de salud bucal, favorecidos por el especial cuidado que pone la Dra. Farías en éste tópico, dado el arte que profesa y especialmente el de los niños, segmento de la población en la cual se observa con asombro la inexistencia de niños preadolescentes desdentados, otrora habitual característica. Al mismo tiempo que se redujeron a cero las internaciones por complicaciones, como los adenoflemones tan temidos antes y que denotaban dentaduras en mal estado y desidia estatal en tomar medidas preventivas. Escenario del pasado. Hoy hay salud oral para todos y todas. Vivas en Ricardo Gutierrez o en Av. Molina y Corrientes.
Imposible soslayar los inmejorables índices de salud de la ciudad y las adecuadas prestaciones de los diversos servicios del Hospital, por ejemplo la baja incidencias de cesáreas, el altísimo porcentaje de bebés amamantados a los 6 meses de edad, la drástica caída de los accidentes de tránsito en el éjido urbano y los accidentes en el hogar, así como la violencia de género, lo que redujo notoriamente los niños politraumatizados y expuestos a riesgo urbano y hogareño.
Pero claro, como es sabido, ningún camino carece de obstáculos. Siempre hay gente que no respeta ni valora los méritos y los logros de los probos, siempre hay gente que no asimila la educación que gratuitamente profesan los dignatarios de la ciencia y del saber, como es el caso de la Dra. Farías. Entonces lo único que hacen es poner palos en la rueda de este carro que avanza sin pausas hacia el bronce de los héroes de las ciencias.
Allí están los que como yo, por ejemplo, sólo buscan el beneficio personal, el interés y los negocios que garanticen el egoísta lucro sin esfuerzo.
Es la gente como yo, debo admitirlo, la que mancha una impoluta foja de servicios. Nada de lo que me esté asignado hacer como pediatra, ésa es mi ocupación, haré bien. No me pidan hacer diagnósticos certeros, tratamientos adecuados o contención social y psicológica de padres y familiares, ni atención de las demandas de los mismos cuando hay un niño grave y no hay lugar para derivarlo. No me pidan que mantenga la buena relación médico/paciente, aún ante la agresión cada vez más frecuente. Nada de eso me pidan, porque a lo sumo trabajaré a reglamento, De todas maneras a veces me equivoco y sin querer atiendo 120, 140 o a veces más chicos enfermos, sin contar los controles de los sanos, los nacimientos, hacer puericultura, invertir tiempo en educar a las madres para que amamanten, trasladar en derivaciones, atender neonatos enfermos sin ser neonatólogos. A veces, sólo a veces, pongo mi matrícula en riesgo y pierdo años de vida preocupado por
niños que no son mis hijos. Y cuando me quejo de que somos cinco pediatras y tres generalistas los que trabajamos en el servicio, se me olvida que somos un número impresionante de médicos para el servicio, que para atender a la mitad de los pacientes que se atienden en el hospital somos más que suficientes. Para la otra mitad sólo hay 30, pero como soy un jodido, me rebelo y me quejo. Me olvido de la bonhomía de la Dra. Farías, la cual es inspiradora y reconfortante, porque soy un mañoso desestabilizador político. Me olvido que sólo trabajo de lunes a sábado, sólo 84 hs por semana y que podría trabajar también los domingos, pero sinceramente soy un poco vago, nunca me sentí demasiado apegado al trabajo.
Porque me di cuenta de la falta de voluntad en aceptar los éxitos de los responsables de la salud de Arrecifes y de que he vivido equivocado, decidí presentar mi renuncia en el querido Santa Francisca Romana, pero feliz de al fin haberme dado cuenta de que los arrecifeños dormirán tranquilos, porque, como los súper héroes, Silvia Farías y sus lúcidos superiores, velan por ellos“.
Dr. Marcelo F. Herrera
M.P. 54756
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