CFK pacta con Macri y ataca a Binner
Ni la mente mas afiebrada se hubiera imaginado que La Campora, al mismo tiempo y por orden Cristina, iba a atacar ferozmente a Hermes Binner y a pactar mansamente con Mauricio Macri. Sorpresas te da la vida. Y la conducción unipersonal y zigzagueante de Cristina. Fue un operativo de pinzas fríamente calculado. Andres Larroque (a) “El Cuervo” provocó a los socialistas acusándolos de narcotraficantes y Juan Cabandié lideró las transacciones con el PRO que terminaron en lo que la oposición a ambos oficialismos definió como “El Megacanje”. ¿Fue solo otro paso atrás de un gobierno que retrocede pegando como Muhammad Ali? Falta ver algunas cartas para comprobar la estrategia definitiva si es que realmente existe. Porque muchos sostienen que son volantazos y espasmos del momento. Que en todos los planos, Cristina actúa recién cuando salta la liebre y que por eso, muchas veces, se le escapa la tortuga.
Andrés Larroque es el jefe nacional de La Cámpora y uno de los pocos que tiene la llave para entrar al despacho de Cristina. Cuando cualquier legislador le quiere hacer llegar una carpeta importante a la presidenta, el único camino que tiene es pedirle el favor a Larroque. Esa es la fuente de todo su poder. Y entre los congresistas que muchas veces deben seguir ese camino, incluyo al jefe del bloque Agustín Rossi y hasta al presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez.
Las jerarquías institucionales nunca fueron muy respetadas en el planeta de los Kirchner. En casi todos los ministerios y agencias del estado, las que mandan son las segundas líneas.
Hay que escuchar los siete gritos, casi ruegos, de Domínguez tratando de calmar a Larroque. Nunca le apagó el micrófono, pese a que es posibilidad está entre sus atribuciones. Hay que ver con detenimiento el video de ese discurso rudimentario para comprobar que casi no fue aplaudido por sus compañeros de bancada. Veían con horror como se les evaporaba en el aire la certeza de sumar aproximadamente 170 votos para aprobar la ley que finalmente se sancionó con el estrecho margen de 131 manos levantadas. A Rossi le corrió frío por la espalda porque estuvieron a punto de no lograr el objetivo. Cuatro diputados (Facundo Moyano y Omar Plaini, entre ellos) que no votan siempre en línea con el bloque le salvaron la vida: no utilizaron la posibilidad de producirle un enorme daño y costo político al gobierno.
Lo que iba a ser por goleada terminó agónicamente con un penal sobre la hora. Otra vez un kirchnerismo, que consigue por violación lo que podría lograr con seducción. “Te quieren llevar al paraíso pero a patadas en el culo”, dicen por lo bajo los peronistas. ¿Fue una torpeza del “misógino Larroque”, como lo caracterizó Victoria Donda o de un “fachista de izquierda”, como lo acusó Ricardo Alfonsín.? Difícil de creer. Solo ejecuta las órdenes de Cristina. ¿Qué quiso hacer la presidenta, entonces? Varias lecturas son posibles.
a) Intentó quedarse sola con la bandera de la ampliación de derechos de los jóvenes. Algo dijo al respecto en su discurso.
b) Fue fiel a la filosofía Laclau que impone la guerra popular y prolongada del maoísmo. Del dividir para reinar o del confrontar con todos y todas para construir identidad.
c) Todo fue programado para que esos fuegos artificiales pasaran a la clandestinidad el contrato multipropósito que firmaron con Macri.
El cristinato, vertical y blindado, convierte en príncipe a quien tenga acceso a la reina. El gran problema es que esa monarquía tiene fecha de vencimiento constitucional en el 2015. Hasta los comicios de medio tiempo, la astuta jugada de los 28 senadores sepultó toda posibilidad de reformar la Constitución para habilitar el sueño de “Cristina eterna”. Y todo indica que, en la cámara alta, después que se cuenten los votos, los números van a ser todavía más favorables a la oposición.
Ya se analizó bastante el deterioro que la imagen de Cristina viene sufriendo por enhebrar un collar de errores no forzados que, a esta altura, preocupan porque no frenan. Muchos ven a Cristina demasiado descontrolada para controlar la situación. “Están tan obsesionados por la re-reelección y el 7D que hacen cualquier disparate”, dijo Hermes Binner, al denunciar un intento de desestabilización de Santa Fe.
La respuesta más contundente copará las calles de la Argentina dentro de 100 horas en el emblemático 8N que promete una masividad inédita. El kirchnerismo en su afán de ensuciar la convocatoria y quitarle autonomía le da a la derecha organizada un papel protagónico que no tiene. Torpeza que regala méritos a sus enemigos políticos que son apenas un par de gotas en un océano de indignados independientes que no se casan con nadie.
Esto está claro y se viene observando casi desde que Cristina arrancó su segundo mandato. Lo novedoso de los últimos tiempos son las grietas que el relato sufre puertas adentro del oficialismo. Empezó con la ley antiterrorista y el freno de la actividad económica con destrucción de empleo. Siguió con la injusta mano del gobierno metida en el bolsillo de los trabajadores para cobrarle impuesto a las ganancias a quienes, inflación mediante, apenas pueden llegar a fin de mes. Un solo dato: el 26% de los docentes y el total de los bancarios, padece los descuentos. Para el progresismo es tan inexplicable como gritar desde la Casa Rosada que se va a pagar todo al contado rabioso y en dólares y presentar eso como si fuera el asalto al cuartel Moncada. O la alianza sindical con Gerardo Martínez y Armando Cavallieri y la ley de riesgos del trabajo que fue un ensayo de concubinato con el macrismo y el primer sapo amarillo que indigestó a La Campora. No es que los acuerdos entre gobiernos y privados sean malos en si mismos. Todo lo contrario, es el diálogo y el trabajo mancomunado para progresar que tanto se reclama. El punto es que si se estigmatiza todo el tiempo a Macri y se lo acusa de basura y de ser la dictadura, cuando se firma con él, todo suena a pacto con el diablo. En el populismo sin escrúpulos, la derecha y la izquierda, suelen ser dos caras de la misma moneda.
Los jóvenes autodenominados revolucionarios no encuentran palabras para explicar como fue que Cabandié, entre gallos y medianoche, lejos de la TV oficial, se asoció legislativamente al macrismo. Nadie en su sano juicio puede pensar que fue una decisión personal de quien fuera el militante preferido de Néstor. Para que no queden dudas, todo el tiempo tuvo como guardaespaldas y stopper a Axel Kiciloff y Diego Bossio quienes son los autores intelectuales de tantas decisiones económicas insólitas. Nunca nadie en la historia pagó tanta deuda como el matrimonio Kirchner y, sin embargo, nuestros bonos valen menos que los de Guatemala y El Salvador. No entienden porque el riesgo país está a la altura de Grecia que se cae a pedazos. El viejo truco de que todo el mundo conspira contra Cristina (“una campaña antiargentina orquestada”, dijo con lenguaje procesista) se derrumba cuando Evo Morales se endeuda al 4,8%, Dilma Rouseff al 3% y Argentina al 11%, como mínimo. No es la ideología, estúpido. Es el infantilismo inepto. Salvo que se acuse a Bolivia y Brasil de haber transado con el imperialismo y los fondos buitres. Hay cosas que no se pueden sostener sin que la cara se caiga de vergüenza.
Por Alfredo Leuco
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