Robo, robo, robo, robo, robo, y van…
Hace instantes, en España 296, en un departamento en el que vive Gonzalo Rearte, ladrones ingresaron cuando el dueño de casa no estaba y le robaron dinero en efectivo y quien sabe qué más.
La policía estaba trabajando en el lugar, y lo poco que se conoce concretamente es que ingresaron sin forzar la entrada, posiblemente trepando por un portón pegado a la puerta de ingreso, y luego habrían entrado por una ventana vidriada de la casa.
Un testigo ocasional observó, desde el comercio ubicado en la esquina de Moreno y España, cuando un sujeto descendía por el portón del garage. El delincuente habría huido por la calle Moreno en dirección hacia Av. Perón.
Algunos vecinos del lugar, alarmados por la presencia policial, salieron a la vereda o bien se quedaban en la calle a medida que regresaban de trabajar. Todos comentaban lo mismo: “como están robando eh”, “una seguidilla de robos”, etc.
Rearte llegó a su casa y se encontró con todas sus cosas revueltas, “fueron directo a la plata”, me dijo. Pero estaba más molesto porque no podía creer que se le hayan metido por la ventana. Me sentí totalmente identificado.
La rabia, la indignación, la impotencia, la sensación de vulnerabilidad y hasta el miedo mismo hacen que en momentos de nervios y angustia uno no reflexione equilibradamente. Pero hay algo que se siente instantáneamente a flor de piel, y es la “violación a la intimidad”.
“La guita no me calienta”, decía Rearte indignado mientras se prendía un pucho y miraba la ventana aún abierta. Y los allí presentes lo mirábamos sin poder decirle nada. Porque claro, duele ver que le roben a un laburador, todos sabemos que nadie te regala nada.
Lamentablemente, y sin la más mínima intención de causar sensacionalismo, hay que decir que Arrecifes está sufriendo un notable incremento de hechos delictivos en los últimos meses, y puntualmente en las últimas semanas. No se salva nadie, tengas el apellido o la profesión que tengas. Sin distinción de barrios ni horarios, con modalidades similares o no, como sea, pero no paran de afanarnos.
Ah, y para todos los que me preguntan, mis cosas aún no aparecieron, ni siquiera hay indicios.