¿Nos estamos acostumbrando a vivir con corrupción?
En las últimas 4 semanas algunos fallos de causas conocidas vieron la luz, y no reflejaron sentencias acordes a lo que esperaban las víctimas.
Uno de los juicios que aparentemente finalizaron (digo aparentemente porque hay causas que la Justicia argentina jamás cierra definitivamente) fue el de Cromagnon. No pretendo debatir ni opinar quien o quienes fueron los responsables, pero sí resaltar que el empresario Rafael Levy, dueño del local en el que funcionaba el boliche, fue sentenciado a cuatro años y medio de prisión por el «incendio culposo» en el que murieron 194 pibes. Un solo culpable, que por ahora está libre.
El Tribunal Oral en lo Criminal porteño resolvió absolver de todos los delitos al ex comisario Gabriel Sevald, al ex secretario de Seguridad de la ciudad de Buenos Aires Juan Carlos López, a su entonces segundo Enrique Carelli y al ex director de Seguridad Privada Vicente Rizzo, lo que causó el repudio de los familiares de las víctimas presentes en la sala.
Por otro lado, ayer se desarrolló el acto en la mutual judía AMIA, en conmemoración a las víctimas del ataque terrorista perpetrado el 18 de julio de 1994, en el que murieron 85 personas. Actualmente, en el interminable proceso judicial, no existe ni siquiera un solo culpable. Nadie, absolutamente nadie fue castigado por las bombas que hicieron explotar en pleno centro de Buenos Aires. Tampoco por el atentado a la Embajada de Israel, que dejó 29 muertos, el 17 de marzo de 1992.
Hace poco, mucho menos tiempo, un tren que nunca debiera haber sido puesto en circulación no pudo frenar y chocó a toda velocidad contra la pared en la que finaliza su recorrido. Murieron 51 personas y hubo más de 700 heridos.
El responsable de TBA está libre, y además se dedica full time a obstaculizar el proceso judicial que lo tiene en la mira. Los responsables de hacer cumplir el contrato al responsable de TBA -Claudio Cirigliano- obviamente también están libres. Todos los funcionarios relacionados directa o indirectamente con la Masacre de Once se limitaron a dar desagradables conferencias, deslindarse de culpas, y desaparecer. También desapareció el tema de la agenda de Clarín, y no por casualidad precisamente.
Todos los juicios van camino al archivo, camino al olvido. De vez en cuando alguno que otro gana un poco de notoriedad debido a algún fallo más resonante que otro. Pero nada nuevo, sólo más de lo mismo.
Podría nombrar mil causas más que caen en el abismo de la corrupción y la injusticia. Accidentes de tránsito en rutas, mafia de los medicamentos, funcionarios sorprendidos con las manos en la masa, inseguridad, abigeos, ñoquis, narcotráfico, coimas, licitaciones truchas, fondos destinados a obras que no se llevan a cabo, etc., etc., etc.
Por eso, y ante la repetición de hechos corruptos y conocidos, me pregunto ¿nos estamos acostumbrando a vivir con corrupción?
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