Declaración conjunta de legisladores de la Coalición Cívica ARI y el F.A.P.
Nos vemos en la necesidad de manifestar nuestra posición, de levantar la voz, ante el pavor del avasallamiento de las cuestiones que conciernen, significan y dignifican a los habitantes de nuestra Provincia.
Conocemos las prácticas de construcción del enemigo de la que se valen algunos sectores oficialistas en provecho propio, por un lado para legitimarse y por otro como ‘una cortina de humo’ que distrae la atención de los hechos trascendentes.
Así sobrevino el ‘enemigo’ expresado en el campo, luego trasladado a los medios de comunicación, y en este momento, precisamente la lucha intestina del mismo oficialismo. ¿Que tienen en común estos actores? A simple vista nada, y si ahondamos un poco mas profundo, intereses. Intereses sectoriales, económicos, personales que desprolijamente dejan en evidencia esta arena mediática que no es otra cosa que una gran puja por poder e intereses en pugna. ¿Ideologías de exclusión? No son ideologías, no. Son banalmente intereses, eso resignifica quienes son los enemigos.
La gravedad del asunto viene dada por el corrimiento de aquellas cuestiones diarias que preocupan a la sociedad, a un lugar relegado. Mostrando el lado más perverso de la política, aquella en donde, los funcionarios sitúan sus intereses personales por sobre el bienestar de la gente en su conjunto. Entonces advertimos diariamente que en vez de hablar la acuciante situación de inseguridad que viven cotidianamente los bonaerenses, el flagelo de la droga que cada vez se cobra más vidas jóvenes, la inflación solapada y el aumento del costo de vida, como los excluidos y marginados sociales, el subempleo y los conflictos con los docentes, nada de eso parece ser más importante para el gobierno, que la férrea disputa entre sus filas internas. Estricto mutismo.
Una de las banderas discursivas del oficialismo ha sido la institucionalidad. Ahora bien, una reyerta mediática entre el gobernador y su vice ¿abonan el camino de la institucionalidad? Creemos firmemente que no. La institucionalidad viene acompañada de una responsabilidad, que no debe ser subordinada en pos de intereses más inmediatos.
Estos últimos acontecimientos han puesto de relieve una situación que debe corregirse acuciosamente, y sobre la cual debemos reflexionar. El rol del estado provincial en el centro del debate político es cuestionable, pareciera que no existen cuestiones urgentes y todo se reduce a la política del desprestigio del contendiente.
Las implicancias político institucionales de esta decisión son, a la postre, nefastas. La oposición no debe, ni quiere legitimar esta trastienda, que poco tiene que ver con gobernar. La responsabilidad política nos inviste de la voz y letra necesaria para marcar el camino, que son los problemas y preocupaciones de los habitantes de nuestra Provincia, allí es donde se deben focalizar los esfuerzos y los recursos.
Es la obligación y el deber de los legisladores de este espacio, trabajar en pos de ello, velar por los derechos que son puestos en un segundo plano fácticamente cuando el oficialismo se bate en un duelo de esgrima.
Las políticas públicas son necesarias aquí y ahora, la vulnerabilidad social, económica educativa, sanitaria, y habitacional de tantos bonaerenses, no puede esperar. No puede esperar que llegue su momento, cuando grandes bastiones de intereses particulares y corporativos se embarcan en otros proyectos que nada tienen que ver con la defensa de aquellos que aguardan en silencio.
El silencio no puede provenir de nosotros, es por eso que manifestamos una reivindicación de priorizar la convivencia, y cumplir con la responsabilidad política de gobernar.
La legitimidad es el reconocimiento del derecho a gobernar, si esta función vital de nuestro sistema democrático se encuentra en crisis, entonces el andamiaje institucional que tanto pregona el oficialismo no es más que una falacia. Una farsa que abona la pérdida de credibilidad de la clase política en su conjunto, una práctica que repudiamos, y por supuesto no acompañamos.
El espacio público es el escenario de la interacción social cotidiana, donde transcurre el día a día de todos y cada uno de nosotros, donde se torna imperante, que el estado cumpla su función, y el eje de su preocupación no sea otro que el futuro de nuestra sociedad.
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