Elba Del Valle Valdéz, detenida durante la dictadura y madre de una hija desaparecida

26 marzo, 2012 6:00 2 comentarios

A sus 82 años, Elba Del Valle Valdéz habla como una abuelita tierna. La historia que cuenta es desgarradora y en su voz lo es aún mucho más. Vivió en carne propia la página más sangrienta de la historia argentina, pero escapó para contarlo.

Hace 36 años que fue detenida en la ESMA, capturada en su propia casa por Alfredo Astíz, conocido como el “Ángel de la Muerte” por su salvajismo militar combinado con su cara de rasgos aniñados. Hace 36 años que desapareció su hija, y desde ese momento asegura que no conoce la felicidad. No pasa un día de su vida en que no derrame lágrimas en recuerdo de su hija, “el amor de una madre es tan fuerte que al día de hoy siento que ella aún puede volver”, me contó cuando apagué el grabador, y acto seguido falseó una sonrisa para decirme “vas a pensar que estoy loca”.

Su hija figura en las listas de desaparecidos, y no se sabe absolutamente nada de ella. Dónde, cuándo, cómo, quién y todas las preguntas que puedan surgir sobre su desaparición son un misterio por ahora. Luego de los actos por el «Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia» es propicio el tiempo de reclamar justicia, memoria y sobre todo acción, ya que los archivos ocultos de la dictadura militar podrían darle al menos un mínimo de paz a miles de almas que aún sufren por no tener donde velar a sus seres queridos desaparecidos.

Elba no paró de llorar en toda la entrevista, por momentos hasta ahogarse. Lamento no haberla filmado, porque los silencios en ocasiones dijeron mucho más que sus palabras. Es una nota extensa, pero su contenido es valioso, ya que  los relatos como este sirven para mantener latente la memoria, y citando a León Gieco “todo está escondido en la memoria, refugio de la vida y de la historia”.

¿Dónde nació?

Soy oriunda de Santiago del Estero, pero desde los 14 años viví en Capital. A mis 2 hijas las tuve en capital con mi marido que se llamaba Ezequiel Vázquez.

¿A qué se dedicaban con su marido?

Era pintor, y yo ama de casa. Cuidaba a las chicas, hasta que fueron más grandes y me separé de mi marido, aunque vivíamos en la misma casa, y tuve que salir a trabajar. Ese fue el comienzo, cuando se empezó a derrumbar todo, ya no podía cuidar a mis hijas como al principio. A la mayor cuando cumplió 15 años tuve que decirle que trabaje para que me ayude a pagar el alquiler de donde teníamos que vivir. A la más chica no, porque era 6 años menor que su hermana. Así luché, y vivíamos. Luego llevé a una tía mía a vivir conmigo, porque ella me crió y después quedó solita, a mi no me crió mi madre. Mi tía nos esperaba con la comida, vivíamos las 4 juntas.

¿Su hija mayor qué hace actualmente?

Vive en España, tiene 62 años. Y mi otra hija, la menor cumpliría  ahora en abril 57 años. La menor se llama Mabel Noemí Vázquez, y la mayor Elba Irene.

¿En qué año comenzaron sus hijas a interesarse por la política?

A la mayor nunca le interesó, ni a su esposo. Pero todo vino en 1974, y en 1975 se empezó a pudrir como quien dice. Mi hija menor de chica, cuando iba al secundario, ya tenía ideas de política.

¿Y usted cómo lo tomaba?

No me gustaba, le decía que no se meta. Yo no sabía lo que era eso, sabía lo que hacía mi hija cuando estaba adentro, una vez en la calle quien sabe dónde está y qué es lo que hace. Cuando desapareció ella iba a la Facultad de Derecho de la UBA, estaba por cumplir 21 años.

¿Ella militaba en algún partido político?

Creería que sí, yo no la vi nunca, y a mi casa jamás trajo nada. Yo le decía que no se meta en política. El país estaba mal, corrían a los estudiantes de las facultades, ya se olía algo feo. Muchas veces me llamaba para que vaya a buscarla, y yo desde donde estaba me tomaba el colectivo e iba. Vivíamos en pleno centro, en Lavalle al 2000. Cuando iba a la facultad yo veía despelote, los policías siempre estaban. Y cuando llegábamos a casa yo le decía “hija no te vayas a meter en eso, no hagas política, no te va a llevar a nada bueno”. Y ella me contestaba “no mamá, estas equivocada, vas a ver que vamos a hacer historia, vamos a aparecer en los libros, vamos a ser la historia del país”. Estuvo un año y medio en la facultad.

¿En qué año desaparece su hija?

En el ´77, y en el ´76 yo. Ya en el ´75 la capital estaba mal, estaba fea. Yo le pedía de rodillas al lado de la cama que no se meta más en todo eso. Pero tenía una potencia tremenda, mucho carácter. Era buenísima, mi otra hija también es buena, pero más buena que ella no tuve. A la hora que viniera ella traía sus facturitas, y me hacía mate, me decía “vení mamá, vamos a tomar mate en la cama”. A la noche en verano salíamos a caminar por la calle Corrientes, teníamos una perra y le comprábamos helado, para la perra, para ella y para mí. También salíamos a buscar libros, porque a ella le gustaba mucho leer. Había conseguido un trabajito lindo en una oficina.

¿Usted cómo fue secuestrada?

A mí me llevaron primero. Yo trabajaba, había vuelto como a las 19:30 ó 20:00 hs, había comprado las cosas que hacían falta para no salir de vuelta. Llegué y puse las cosas arriba de la mesa, estaba cansada y mi tía me esperaba con el mate. También había ido a verme mi mamá, que vivía a la vuelta con mi hermana. Enseguidita cuando yo llegué tocaron el timbre, como si me hubieran estado esperando. Yo dije “pasá”, porque siempre venía una amiga a esa hora a tomar unos mates. Le dije de nuevo “pasa que estamos tomando mate”, pero nada. Y tocaron timbre de nuevo más largo, “pasa che que está abierto”, le dije yo. Como nadie respondía mi tía me dijo que me fijara, a ver si alguien necesitaba algo. Nosotras vivíamos en un 1º piso, una casita. Al abrir la puerta no hice nada, y había 5 tipos que me pusieron las armas en el cuerpo.

¿Cómo estaban vestidos?

De militares, con ropa verde. Me empujaron, “entrá” me dijeron. Entraron 4 y uno quedó afuera. Me preguntaron si yo era otra, una chica que vivía a mitad de cuadra. Parecía que se habían equivocado de casa, porque buscaban a otra que creo que se llamaba Elsa Coronel, una chica que era sindicalista y sabía ir a mi casa, pero porque era peluquera, ella estaba en el sindicato de los trabajadores del cuero.

¿Cuándo fue esto?

En el ´76, yo tenía 48 años. Del susto que tenía ni me acordé quien era esa chica, qué hacía ni dónde estaba. Me empezaron a preguntar qué hacía, cuántas hijas tenía, dónde estaban, de qué vivían, la dirección de mi trabajo y el de mis hijas. Empezaron a revolver mi casa, a dar vuelta todo, me rompieron los sillones que tenía, los cortaron arriba y abajo, seguramente buscaban armas y tenían un detector, iban tocando las paredes con el detector. Cómo iba a haber armas, si éramos gente de trabajo, pobres, vivíamos de mi trabajo.

¿Recuerda el horario?

A las 20 hs más o menos entraron, y nos tuvieron así hasta las 24 hs que me llevaron a la casa de mi hija. Y a mi tía y mi mamá les dijeron que más tarde iba a volver. En lo de mi hija ella por el portero me preguntó ¿qué pasa mamá?, y yo le dije que me abra, que arriba le contaba, porque ellos me dijeron que diga eso. Cuando abrió yo pasé encañonada, nunca me sacaron el arma de encima de mi cuerpo. Tres pasaron al departamento de mi hija, la empujaron, ella estaba dándole la mamadera a su bebé y estaba embarazada del nene. Le pusieron el arma en la cabeza a la nena y le preguntaban por su hermana, mientras uno apuntaba a la nena y otro a su panza. Yo les pedía por favor que no le hagan nada a mi hija, porque ella no entendía nada qué estaba pasando. ¿Tan malos podían ser? Le revisaron toda la casa a ella también. Nos dejaron todo roto, revuelto, tenía una biblioteca y revisaron libro por libro, los tiraron todos al piso. Me llevaron el dinero que tenía guardado, las cadenitas y esas cosas que uno guarda de los hijos cuando van creciendo. En lo de mi hija no había plata, pero se llevaron unas cositas de oro, todo lo que les servía se lo llevaron.

¿En ese momento la secuestran a usted?

Claro, le dijeron a mi hija que me llevaban hasta la comisaría de la calle Moreno y que por la mañana iba a volver a mi casa. Mi hija se quedó con eso, pero al otro día fue a mi casa y yo no había vuelto.
Me sacaron caminando, habrá sido una cuadra hasta el auto, esos Falcon verdes que usaban ellos. Eran 3 autos, todos llenos de gente. Arriba habían subido 5, pero abajo había un montón. La gente que vivía por ahí vio todo el movimiento que hicieron, me dijeron que subieron a la terraza y anduvieron por los techos. No encontraron nada en mi casa ni en todo el edificio.

¿A dónde la llevaron?

Cuando me suben al auto me pusieron una venda elástica en los ojos, para que no viera. Yo no sabía nada, no entendía nada de lo que estaba pasando. Nunca en mi vida había pisado una comisaría. Cuando me bajaron los primero que me hicieron fue ponerme las esposas, que cosa más triste y más fea. Yo lloraba para que no me hicieran eso, y ahí nomás me pusieron una capucha en la cabeza, sobre las vendas.

Me llevaron hasta un lugar, me pegaron y me sentaron en un charco. Se oía una gota que caía. Un griterío bárbaro había, porque se ve que le pegaban a todos. Yo oía como gritaban “ponele la picana en los huevos”, “ponele la picana en la concha”. Fue un infierno lo que pasé ahí.

Estuve en la ESMA, me di cuenta cuando salí porque me dejaron en la Avenida Cabildo al 4000 y pico. Y donde estaba escuchaba como pasaban los aviones, los trenes y hasta los hinchas de River cuando iban a la cancha. Me tuvieron 20 días detenida ahí.

¿Por qué la liberaron?

No sé, me pidieron disculpas. Todos los días me daban patadas por las costillas, la cabeza, los brazos. Me preguntaban qué sabía de mi hija. El lugar era como un salón grande, estábamos todos ahí. Un día me descompuse, me ahogaba, me moría, y me sacaron un poco la capucha, que la tuve puesta todos los días. Los ojos se me echaron a perder, me agarró una infección. Yo pedí por favor que me ayuden porque me dolía mucho. Vinieron y me sacaron las vendas, pero no vi a nadie, sé que había gente, pero no pude verlos porque además me pusieron una luz. Me sacaron la venda, me pusieron unas gotas y me dieron de tomar unas pastillas, que serían antibióticos. Me dejaron sólo con la capucha. Por ahí cuando suponía que no había nadie yo me levantaba un poquito la capucha para ver, porque se oían los gritos, y los golpes de como le pegaban a las personas.

Había mucha gente como yo, y les pegaban con un palo. Les apoyaban como un bloque, parecido a un matafuego, y golpeaban sobre ese bloque. Yo lo veía eso, porque la capucha ya estaba dura. Estábamos enumerados, yo tenía el 243, y a un chico que estaba al lado mío, el 244, lo mataron de los golpes que le dieron. Tenía 16 años y no quiso decir para quien volanteaba. Lo agarraron de la calle, y él decía que estaba trabajando para ayudar a su abuelita y no sabía quien era que le pagaba. Lo golpearon, lo golpearon y lo golpearon, mi ropa quedó toda llena de pedacitos de carne. Cuando llegué a mi casa después de 20 días mi ropa estaba llena de sangre y carne humana.

Veinte días que le habrán parecido 20 años

Todos los días nos levantaban un ratito, yo creo que era a la tarde, una vez por día nos llevaban al baño. Nos traían una lata para hacer pis y en todo ese tiempo me bañé una sola vez. De comer nos daban un pedazo de pan con grasa adentro, para el almuerzo y para la cena. Con un vaso de agua color tierra marrón, que había que tomarlo todo, sería para dormirnos. Y una vez por día mate cocido.

Cuando me llevaron a bañarme me dijeron que después iba a hablar con los jefes. Me bajaron a un sótano, y yo pensé que ahí me mataban. Me empezaron a preguntar cosas, y les dije que no sabía nada. Les conté de que trabajaba, que hacía, que limpiaba oficinas, pisos y  baños con tal de ganarme el peso para mantener a mi hija y a mi tía que me crió. Entonces me dijeron que al otro día a la mañana me iba a ir, y me pidieron disculpas por haberme tenido tanto tiempo. Me tuvieron 3 días más haciéndome sufrir, hasta que vino la orden de que me liberen.

No me podían sacar las cadenas, que estaban llenas de brea que creo que había en el piso. El agujerito del candado se había llenado y no lo podían destrabar. Estuve como una hora parada y no lo podían destrabar, y vino uno y pregunto “¿qué pasa con ésta, para dónde se va?”, y el otro le dijo “ésta no queda, se va a la casa”. “Si no se lo podes sacar matala y déjate de joder, metele un tiro y ya está” le dijo, y el otro respondió que no porque el jefe se iba a enojar. Tuvieron que traer algo para cortar la cadena, y me la sacaron, pero las esposas no y la capucha tampoco.

Me llevaron a un auto con una mujer y otro muchacho, éramos 3 los que salimos ese día. Del susto me olvidé los nombres, el muchacho también estaba hacía 20 días, dijo que iba descalzo. Porque ahí adentro estábamos descalzos, yo había llegado con mi cartera, mi documento, y cuando nos dieron el alta nos devolvieron todo.

¿Dónde la soltaron?

En Cabildo al 4000 y pico, en una calle bien oscura. Yo saqué la cuenta de que eran como las 5 de la madrugada porque iba mucha gente a trabajar. Me sacaron la capucha y las esposas, y me dijeron que me quede quieta media hora, y si me movía antes me metían un tiro. Arrancó el auto y yo me habré quedado 10 minutos, despacito me fui moviendo, hasta que me di cuenta que no había nadie. Llegué a la esquina y pasaba una mujer, le dije que iba a tal parte y dónde podía tomar algo (colectivo). Me miró porque yo tenía los pelos parados, me había lavado la cabeza 3 días antes, y me dijo “no se acerque loca, mire que la hago meter presa que ahí está la comisaria”, y yo le dije que no me iba a arrimar, que quería saber donde tomar algo para irme a mi casa. Me dijo que a media cuadra paraba el 60.

¿Usted tenía plata?

No. El colectivo cuando pasó ni paró, que iba a parar…Los taxis no me levantaban, creerían que estaba loca por los pelos parados. Hasta que por ahí vino un taxista, un viejo, y le expliqué un poco. Ya era de día, y me dijo que me callara la boca pero que él me iba a acercar. Me llevó a mi casa, pero para mí los minutos no pasaban nunca.

El miedo le debe haber durado mucho tiempo

Además me seguían, varios días después me seguían. Yo empecé a trabajar enseguida, habré descansado una semana por lo mal que me sentía, me descompuse en mi casa, y me hice un tratamiento para los nervios. Pero tenía que trabajar, de qué iba a vivir. Mi marido no me pasaba dinero, estábamos separados. La gente que conoce el movimiento de todos los días me había dicho, que había gente vigilando. Se paraban en la esquina, todos los días alguien distinto.
Yo trabajaba cerca de casa, pero también tenía trabajo en una farmacia en la que no me quisieron volver a tomar por lo que me había pasado.

¿Qué era de la vida de su hija?

Claro, esa era la historia. Ella ya se había ido de casa, cuando a mi me llevaron detenida quedó alguien en casa vigilando a ver si ella iba. Cuando me soltaron yo les pedí por favor que si habían agarrado a mi hija me dijeran, porque me quería despedir de ella. “No señora, no la encontramos todavía, pero quédese tranquila que no le va a pasar nada a ella”, me dijeron, ¡mentira!.

¿Cuándo la llevan a su hija?

A los 8 meses, en julio de 1976 me llevaron a mí, y a ella el 8 de marzo. Hicieron 36 años el Día de la Mujer. La llevaron de la calle, ella fue a la fábrica de Terrabusi, en Constitución, porque yo tenía un ahijado que trabajaba ahí y sabía que necesitaban empleados en las oficinas. Ella fue a pedirle a mi ahijado, y estuvieron hasta las 13:30 hs. Cuando salió de ahí la agarraron.

Ese día yo me tenía que encontrar con ella en la estación de Chacarita, para ir a la casa de mi hija. Dábamos tantas vueltas para ver si podía ver a su sobrino, mi nieto, que cumplía 2 meses. Ella quería comprarle una ropita, para ir a verlo. Fui y nunca vino, nunca vino y nunca vino, yo me quedé toda la tarde en la estación esperando. A la noche me fui a casa y me llamó una compañera, me dijo que eran amigas, le dije que no había venido a donde nos íbamos a encontrar. Al otro día me llamó a la noche para decirme que estaba confirmado que la habían detenido. Fue el 8 de marzo que me la detuvieron, hasta el día de hoy.

¿Usted que hizo al saber que la habían detenido?

Yo no me quedé dormida, lo que la he buscado, los trámites que hice, todo lo que hice por mi hija y al día de hoy no sé nada, nada, nada. Como si la tierra la hubiera tragado. No tengo a nadie que haya visto cuando se la llevaron, mi ahijado estaba dentro de la fábrica, él no salió. Él dijo que ella se quería ir a una biblioteca hasta las 16 hs que se tenía que ver conmigo, y cómo no sabía dónde había se fue a un barcito a comer un sándwich, en la esquina. En ese trayecto se la llevaron.

La amiga que me llamó me dijo que había sido ahí, porque esta chica decía que me iba a seguir llamando para ver cómo andaba yo, pero que no me presente a hacer la denuncia por la desaparición, porque como yo había estado detenida capaz que me detenían de vuelta. Me dijo que deje pasar por lo menos uno o dos años y que después haga el Hábeas Corpus.

O sea que esa amiga conocía bien la situación que se vivía

Sabía, sí.

¿No recuerda el nombre de esa persona?

Para nada, no sé por qué se me tuvo que borrar. Será que he sufrido tanto pero tanto que se me fueron muchas cosas de la mente. Esa chica que me aconsejó que los trámites los haga el padre, pero que yo por 2 años no haga nada.

Yo hice un Hábeas Corpus a los 2 años y lo mandé, y me contestaron que no se encontraba en ningún lado. Al otro día de recibir la respuesta se presentó la policía. Yo en ese entonces vivía en San Martín, mi hija me había pedido que le cuidara a los chicos en lugar de trabajar, para que no tenga que seguir madrugando, iba a su casa de las 09:30 a las 21 hs. A la mañana al ratito que llegué tocaron timbre, preguntaban por mí y pidieron que baje. Mi hija, como siempre estábamos con miedo, les dijo que no podía bajar, que suban ellos. Subieron 2, vestidos de particular. Me dijeron “qué anda haciendo por su hija”, se corrió el saco y me mostró el arma, “más bien que se quede quieta, no haga nada porque le puede pasar lo peor”, me dijo.

Después de eso mi hija me dijo que no hiciera mas nada, “por lo menos me tenés a mí, y yo no tengo a nadie más”, me decía ella.

¿Le hizo caso?

Un tiempo, porque yo iba con Hebe de Bonafini, anduve bastante con ella. Iba a la plaza, hasta 1983 que me vine acá.

¿Por qué se vino a Todd?

No quise saber más nada. No quiero ni pisar la capital, voy si tengo que ir por algún trámite o algo, sino no, le tengo miedo. Me parece que la voy a ver a mi hija caminando por allá, y me hace mal eso. De acá me sacarán con las patitas para adelante, pero a la capital no voy más.

Cuando me vine vivía con mi suegra, porque yo estaba separada de su hijo pero ella para mí era más que una madre. Ella era de acá, se llamaba Bernabela Vázquez, me quería muchísimo. Yo trabajaba en Arrecifes y vivía con ella, porque estaba viejita, murió a los 89 años. Después me junté con otro hombre, que murió hace 7 años.

¿Aún sufre mucho?

Nunca dejé de sufrir, aunque me queda una hija, y tengo nietos que nacieron acá pero se fueron de chiquitos. Hablo mucho por teléfono, pero hace mucho que no los veo, a mi hija hace ya 3 años. Ahora está por venir, ella está más o menos, como todos los españoles. Y ya me dijo que no me haga ilusión de que iba a venir a vivir porque no lo va a hacer.
Tengo mucha tristeza, lo de mi hija es como si tuviera una parte del cuerpo seco. Siento que fue ayer, que es hoy, la extraño, la quiero.

¿Su esposo la ayudó?

No, cuando le pedí que haga la denuncia me dijo que no, que la hija era mía y la denuncia la tenía que hacer yo. Nunca movió un pelo por su hija, estábamos separados, pero no era para que haga así. Siempre se llevó bien con sus hijas, pero seguramente tenía miedo. Dinero no me pasó jamás.

Ahora tengo esta casita, gracias a Bolinaga, le estoy muy agradecida a él porque me dio este techo. Cuando iban a hacer este barrio nos anotábamos los que necesitábamos casa. Yo vivía en otra casa, él me había dicho que no me haga ilusiones porque tenía donde vivir, pero me dijo que me anote igual. En la 3º bolilla salió mi número, desde que perdí a mi hija fue la felicidad más grande que tuve, cuando me dieron esta casita.

Pero nunca más fui feliz. Feliz fui cuando me casé, lo quería muchísimo a mi marido, hasta los 10 años de casada que vinieron los problemas y nos separamos. Y con la desaparición de mi hija ya no hubo más felicidad, vivo llorando, estoy sola y vivo llorando. Justo el Día de la Mujer tiene que ser ¿ no podría haber desaparecido otro día?

Perdóneme por la insistencia, ¿pero nunca sospechó en qué partido militaba su hija?

Para mí era montonera, porque una vez vino con un cassette, de Galimberti, uno de los jefes de los montoneros. Quería que lo escuchara, y yo no quise, “mandate a mudar con esa porquería, acá no me lo traes, escúchalo donde quieras pero acá no, sabés que no me gusta la política”, le dije yo. Y una vez había escrito en su habitación una leyenda, ella era muy peronista. Cuando murió Perón vino a hacer mate cocido para darle a la gente que estaba en el Congreso, no sé de dónde habían conseguido la ollas grandes. Para ella fue tremendo que muera Perón, sufrió mucho, lloraba. Pasó a tocar el cajón como todos, y era chica, tendría 18 años, había terminado el secundario y estaba empezando la facultad.

Y acá estoy, doy gracias a Dios que la gente me quiere mucho acá en Todd. Los chicos ni te digo, basta que me pare en algún lado y vienen todos, porque me quieren. Tengo los muebles llenos de cosas, fotos, regalitos, chiches y cositas. Tengo que dar gracias a Dios todos los días por el cariño que me dan los chicos. No me llevo mal con nadie, todos me preguntan cómo estoy, me saludan, qué mas le puedo pedir a la vida. Nadie me odia. “Chau Elba”, me dicen, y yo con eso ya estoy contenta.

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