Agroquímicos: ¿Cómo se aplican en el mundo?
Cada vez que se enciende el debate sobre agroquímicos en Argentina la discusión gira en torno a las distancias de prohibición. Sin embargo, los especialistas afirman que no es la única variable y que podría aplicarse desde muy cerca si se tienen ciertas precauciones
El debate de los agroquímicos en nuestro país suele girar en torno a las distancias de prohibición. Se piensa que el modo de proteger la salud de los habitantes que viven en las adyacencias a zonas de aplicación es prohibiendo rociar a una determinada distancia del límite urbano. Este pensamiento es acertado, pero hay especialistas (Etiennot y Piazza, 2010) que aseguran que no es el único factor. En materia legislativa, no hay unidad de criterio y cada provincia e incluso cada municipio tienen normativas distintas. Las distancias suelen oscilar entre los 200 mts. y los 2 kms.
Las legislaciones de los países más desarrollados, en cambio, dan cuenta de que una aplicación más cercana es posible. En España, por ejemplo, se reglamenta una distancia de entre 20 y 50 mts. Los Estados Unidos se acercan todavía más, ya que “proponen, en general, 10 mts. de distancia desde la aplicación hasta las viviendas” (ídem). Estos mismos autores señalan que incluso existen países desarrollados donde no hay distancias fijadas, o que se fijan azarosamente unos 30 mts. En Alemania, se evalúan distancias que van desde los 5 mts. hasta los 50 mts. Por otro lado, los países latinoamericanos legislan distancias mayores. Así, en Brasil se prevén 500 mts. para aplicaciones aéreas y ningún límite para las terrestres, mientras que Uruguay también fija 500 mts. para las aéreas y 300 mts. para las terrestres.
Lo que los técnicos sostienen es que las distancias pueden reducirse siempre que se tengan en cuenta otros factores. Sucede que existen variables que también se han de tener en cuenta como los factores climáticos (temperatura, humedad relativa del aire y viento), los factores físico-químicos del producto que se aplica (entre los cuales se incluye la toxicología) y los factores tecnológicos (como la maquinaria que se utiliza para la aplicación). En esta línea, una propuesta moderna es la de las zonas de amortiguamiento o “buffer”, que son franjas de tierra en las cuales sólo se puede aplicar si las condiciones están dadas. Esto atiende a la vez a las necesidades de la producción y a la protección de la salud de las personas. Los mismos especialistas afirman que “la utilización de los productos fitosanitarios en la producción de alimentos representa un beneficio innegable”, pero que es necesario hacerlo bajo ciertas normas para evitar riesgos.
La Argentina tiene una ley de agroquímicos que data del año 1988. Tal vez ya sea hora de, en estos temas, entrar en el siglo XXI.
Fuente: Fundación Argentina Sustentable