Quizás una metáfora de la inocencia
Cuando me acerqué a ver el supermercado de los chinos post saqueo del pasado lunes lo primero que vi fue a 3 pibitos jugando a ver quién encontraba más cartuchos de escopeta, y de fondo 3 chinos, 2 de ellos llorando y el tercero hablando por teléfono.
Supe al instante que había en esa imagen una metáfora. Pero me fui y estuve varios días hasta hoy que me siento a escribir sin comprender cuál es la metáfora.
Quizás sea una metáfora sobre la inocencia.
La inocencia de unos niños que mientras jugaban me contaban los hechos de la noche anterior, diferenciándose de esos otros pibes que “no son como nosotros, nosotros no somos así”.
La inocencia de unos chinos que tras una docena de años de prosperidad creyeron que nada era más duro que el desarraigo de sus tierras y costumbres lejanas. Hasta que los saquearon en sus propias caras.
O quizás la inocencia de las fuerzas represoras, que aún creen en la regla de tres simple que asegura: Si 100 balas entierran a 100 delincuentes, entonces infinitas balas entierran la inseguridad.
Existe también la inocencia del fanatismo ciego del votante K y la inocencia peligrosa y obsecuente del militante K. Los primeros se enceguecen ante la parafernalia discursiva del poder, y hasta repiten la hipótesi de la rara “coincidencia de saqueos y los 30 años de democracia”. También repiten la clásica respuesta K a todo lo que les explota en las manos: “Es culpa de la oposición”.
Los segundos, los militantes, construyen sus ¿bases ideológicas? enrostrándote los beneficios de una supuesta dékada ganada en la que las limosnas de las asignaciones, planes y beneficios sociales serían suficientes para paliar el hambre generado en los noventa por otro gobierno también justicialista, hambruna continuada durante los gobiernos de Néstor y Cristina que lograron disminuir algunos índices, pero como no fue suficiente tuvieron que intervenir el INDEC. Mientras continúan beneficiándose con el clientelismo político.
Mi inocencia ante los ídolos. Como me dolió escuchar a Leon Gieco a quien amo por cantar “que la muerte no nos sea indiferente”, diciendo “escuché a la oposición decir que debíamos parar los festejos, y nosotros vinimos acá a cantar canciones de la memoria”. León, querido, dónde quedó tu poder infinito de disuasión.
“América con almas destruidas, los chicos que mata el escuadrón, suplicio de Mugica por las villas, dignidad de Rodolfo Walsh”…¿Te olvidaste de ese párrafo León?
Cuando escucho los discursos soy siempre K. Pero cuando veo la realidad no, y eso me lleva a repudiar los discursos.
YPF estará nacionalizada, pero en manos de saqueadores de traje y corbata. Y las regalías no se rebalsan (como indican las teorías liberales/capitalistas) sobre la población.
La Barrick Gold sigue matando, robando y despidiendo obreros al igual que otras multinacionales mineras también en manos de saqueadores de traje y corbata que vacían nuestras tierras.
La soja, la semilla de la esperanza que permitió el ingreso de millones y millones de dólares, solo produjo deforestación, acumulación de ganancias, enfrentamientos y corrupción. En nada favoreció la creación de industrias que permitan la exportación de know how. Ni siquiera en Fútbol para Todos propagandean sobre nuevas industrias nacionales, así que tan errado no debo estar.
La militancia, que con tanto beneplácito vi resurgir en compañeros de facultad, amigos y conocidos, redundó en la odiosa y perjudicial dicotomía del K y el anti K. Gente que quiero mucho y la leo o escucho discutir por posiciones políticas diferentes, terminan peleados, hablando de los otros como si los odiaran, los rabiaran, si no los conocieran. Los barrios están lleno de gorditos destituyentes y camporitos, fachos y zurditos, todos términos siempre utilizados con intenciones ofensivas. El barrio está lleno de enfrentamientos, familias que ya no se hablan, amistades que se desgastan. Son pérdidas sociales importantísimas, y eso me duele.
Es mi país y quiero a mis paisanos, pero estamos mal y tenemos que asumirlo. Los logros existen pero son ínfimos y los no logros dibujados u ocultados. Según la CTA oficialista 1 de cada 5 argentinos es pobre. Hace 30 años era mejor, 1 de cada 7 argentinos era pobre. Y eso que son estadísticas de la CTA oficialista.
Es cierto que se hizo mucho con viento en contra, los ´90 fueron una catástrofe social, los sufrí en carne propia. Pero también es cierto que el modelo está inflado como la inflación, y que los pobres saquean igual que ayer, y que la corrupción se mantiene intacta, y que los subsidios son una especie de convertibilidad disfrazada y que el sistema de fondo es el mismo sistema liberal y desigual de siempre.
Quizás la metáfora sea la inocencia, quizás.
Pero la realidad es que los chicos juegan con balas de la policía que reprime el saqueo de una propiedad privada en manos de aquellos que previamente fueron privados de derechos e igualdad por empresas y gobiernos en manos de saqueadores de traje y corbata.