¡Perdió Bolinaga!
Desde los minutos posteriores a las elecciones primarias del 11 de agosto, las usinas de desinformación bolinaguistas se empeñaron en afirmar que “había ganado Pepe”, en alusión al señor de edad provecta que encabeza la lista del Frente para la Victoria. La treta consistía en tomar por separado los votos logrados por Sebastian Reigosa y Javier Olaeta, cosa que el votante desprevenido no se avivara de que ambas listas integraban un mismo espacio político y que –sumados- superaban los 6.000 sufragios, lo que según las Matemáticas es bastante mas que lo cuatro mil y pico que el señor mayor en cuestión había logrado.
Pero si aquel titular mentiroso de agosto fue “Ganó Pepe”, el de hoy lunes 28 de octubre es irrefutable: “Perdió Bolinaga” ó “Bolinaga derrotado”. Ese es, creo, el saldo más importante de esta elección; la persona que ha dominado la política local a lo largo de dos décadas sufrió su derrota más notoria desde aquella vez en que cayó ante René Papini en 1987.
Los mismos cipayos periodísticos que crearon y difundieron el “Ganó Pepe” (o el desopilante comunicado explicando el vuelco del sábado) se encargarán de decir que “Bolinaga no era candidato”, pero en la práctica si lo fue. Fue Bolinaga quien confiado una vez mas en que su nombre bastaba, armó una de sus habituales mediocres listas pero encabezada esta vez por alguien cuyo ciclo político se cerró hace mucho tiempo. Fue Bolinaga quien, tras la señal de alarma de las PASO, escondió a ese primer candidato y afrontó la campaña.
Fue Bolinaga quien cambió radicalmente lo que fue siempre el eje publicitario de sus campañas –la enumeración de decenas de obras públicas, reales o supuestas- por un ataque al slogan del Frente Progresista, o cuestionado uno de los argumentos del Frente Renovador acerca del Sector Industrial Planificado.
Fue Bolinaga quien, en una acción muy parecida a un manotazo de ahogado, anunció el inicio de las obras de la autovía de la Ruta 8, y fue Bolinaga quien se infligió el golpe de gracia al volcar espectacularmente en vísperas de las elecciones cuando -¿porque dudar de su palabra?- se había levantada temprano “para ver si pavimentaban la avenida Molina”, accidente que quiso ser explicado de manera grotesca y que él pretendió usar para victimizarse.
Pero todo eso no alcanzó y el domingo a eso de las ocho y media de la noche la patraña del “ganó Pepe” quedó al descubierto, las matemáticas impusieron su lógica y Bolinaga tuvo que dejar su lado su habitual soberbia y, ejercitando su no menos habitual hipocresía, ir a saludar a los ganadores.
Y claro, como PERDIO BOLINAGA no hubo fuegos artificiales por el lado de la Plaza Brown, lo que entraña el problema de qué harán ahora con toda esa pólvora. Personalmente y en una demostración de buena voluntad yo les recomendaría leer las andanzas de Henri Charriére, más conocido como Papillón. Estoy seguro que cuando vean como se las ingeniaba aquel famoso presidiario para esconder su dinero, tendrán una idea exacta de donde pueden meter los fuegos artificiales hasta la próxima elección.
Carlos R. Martinez