Son únicos
El viernes fui a ver Matilda. Quisiera encontrar una palabra, un adjetivo, que me permita simplificar varios párrafos y expresar lo que se siente. Orgullo, me sale en primera instancia.
Porque no es una obra buena más. Es una obra muy buena hecha por gente de a la vuelta de la esquina, pero que bien podrían estar en teatros de renombre. Porque cuando se te pone la piel de gallina 5 ó 6 veces en dos horas; o se te llenan de lágrimas los ojos dos veces; o cuando te reís desde el corazón por las sentidas interpretaciones de los actores, significa que esa obra tiene un sentido especial, un valor incalculable en números o palabras. El impagable precio de que te hagan una caricia al corazón con una hermosa expresión artística.
Leí Matilda hace mucho tiempo. Un librito onda “El Principito”, con menos metáforas pero muy profundo. Matilda representa la pureza de una nena ante las impurezas que adquirimos los adultos con el inevitable paso del tiempo. Pero leer o ver Matilda a tiempo nivela para arriba tu propia razón, tu conciencia. Y mucho más aún si esos que te “enseñan a Matilda” son tus amigos, tus vecinos, tus familiares y seres queridos.
La pasé increíble y no me sorprende que Adrián y Patricia la vuelvan a gastar, porque a esta altura no sorprende la seriedad, el talento ni los resultados. Son como Messi, uno se acostumbra a que hagan cosas de tanto nivel que ya no sorprenden. Pensaba mientras veía el musical cómo y en qué medida la participación de todos esos chicos en Matilda y en La Novicia va a cambiarles la vida. No tenemos una bola de cristal, pero apostaría que seguramente va a ser un gran cambio positivo en sus vidas.
Individualizar actuaciones no se puede porque todos están a la altura. Pero lo de Tronchatora, interpretado por Matías Acosta, es indudablemente superlativo. Perdón, dije que no iba a personalizar. Pero que impresionante y que creíble y que bien logrado y que lleno de matices y etc., etc., etc. Grande Matías, hay alguien desde el cielo que te ve y se le infla el pecho.
Y Matilda, interpretada por Delfina Sempé, es tan creíble. No entiendo de cuestiones técnicas actorales ni de interpretación. Pero si yo fuera actor me gustaría que me digan que soy creíble. Y Matilda es tan creíble que uno quiere subir al escenario y abrazarla.
Otra cosa. Hace unos cuantos meses atrás, en un trabajo práctico que le pedí a los chicos de 6ª de Literatura del Santa, una chica que no voy a dar nombres pero empieza con Nazarena y sigue con Terrado, escribió un ensayo explicándome que su sueño era actuar, que ella amaba el teatro y que iba con Patricia Schleifer. Cuando terminó la obra contaron que era el debut de Nazarena. O sea que cumplió un sueño, y por eso se le caían las lágrimas. Una persona hermosa que cumplió un sueño merece tener su propio párrafo en una especie de crítica que escribe alguien cero objetivo. Me llenaste de orgullo Nazarena, y eso que no tengo nada que ver.
Para los que les interesa: Todas las funciones agotaron las entradas; el público ovaciona de pie; actuán chicos con menos de 10 años; actúan padres y madres que viven de otra cosa; actúan adolescentes de esos que no tienen futuro; hay músicos de primer nivel en vivo y no te das cuenta; el sonido y las luces perfectos; los efectos especiales son buenísimos.
Felicitaciones a todos los matildos y matildas, no hay palabras para ustedes. ¡A seguir adelante que esto recién empieza!
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