Las Pastillas del Abuelo en Arrecifes: Locura y realidad
Más de veinte mil personas vieron la banda en el cierre de AcercArte
¿Qué es lo que hace que una banda salga del montón? ¿Que debe pasar para que se aguante el título de banda grande? No hay un criterio unificado. Es una discusión que seguro deja vacante el lugar de ganador. Porque se mezcla lo subjetivo con el dato concreto, con eso que está ahí y que se representa de un modo infranqueable. Y la pregunta vuelve a florecer pero con más justeza ¿Es Las Pastillas del Abuelo una de las bandas más importantes del país? Mi respuesta es sí. Las Pastillas saca un aprobado en todos los aspectos a evaluar. Y en algunos les sobra.
Hay rigor artístico en su propuesta. Sin virtuosismos descollantes, abarcan con solvencia varios estilos. Se plantan con seguridad en el escenario. Suenan bien. La calidad de su derrotero discográfico es de menor a mayor y en cada uno de sus discos hay al menos un puñado de buenas canciones. Tienen letras decidoras. Su poética es una esquina en la que se cruza el barrio y la facultad y lo uno es lo otro y viceversa. Las Pastillas cuentan el cuento de la vida de muchos. Y ese es el factor determinante: los muchos que han elegido a Las Pastillas para musicalizar muchos ratitos de su día. Los muchos que, en el marco de AcercArte, estuvieron ahí siendo parte decisiva de la fiesta, siendo la fiesta.
El show comenzó puntual. Y ese es un detalle que denota respeto. El repertorio recorrió varios momentos de su discografía, pero se sostuvo sobre todo en «Crisis», «Desafíos» y «Paradojas», los discos que los pusieron en el lugar que hoy ocupan dentro de la escena del rock argentino.
«Tantas escaleras» la elegida para empezar una lista que continuó con «Viles medios» y «Absolutismos» hasta llegar a una especie de primer gran hit de radio como lo es «Rompecabezas de amor» y que su estribillo se vuelva una boca de más de veinte mil voces que gritaron «No te paro de extrañar, aunque lo haya hecho canción, lo único que me calma es tu voz».
Después vinieron «Desde la postura», «Inercia», «¿Me juego el corazón?», «¿Donde esconder tantas manos?» y «Viejo», de esas que se cantan a ojos cerrados y brazos abiertos generando un momento de belleza implacable. Esa misma sensación se genero una y otra vez. Es que Las Pastillas es una banda que (a veces) se endurece sin perder la ternura, jamás. Y Pity Fernández es un decidor con guiños de buen perdedor, algo tanguero, sabinezco. Las pocas veces que se dirigió al público fue con gesto de agradecimiento y una sonrisa cómplice cuando dijo «esto es un fiestón, Arrecifes». También recordó su primer paso por la ciudad: «Algo hemos crecido desde aquel Acampar Rock» en referencia al festival de Enero del 2007 cuando apenas tenían un disco y era «El sensei» su arma de difusión masiva.
Piel de gallina para todos cuando saludó a Diego Maradona el día de su cumple y pegadita salió «¿Qué es Dios?» marcando el comienzo del final con «Enano» y»¿Qué hago yo esperando un puto as?». La despedida fue con «La creatividad», «Viejo Karma», «Ojos de dragón» y, como es costumbre, «Otra vuelta de tuerca», carnaval asegurado, amor declarado, mutuo y correspondido entre un público que superó todas las apuestas y previsiones y una banda que sí, está entre las más importantes de la escena actual.
[satellite auto=off caption=on thumbs=on]
Nota: Diego Amaya
Gentileza fotos: Florencia San Juan