Cuando el arte florece
La segunda edición de la muestra artística que reunió representantes de distintas disciplinas y se consolida como un espacio fundamental.
La reunión primaveral de arte tiene un fin primario, elemental: movilizar los cinco sentidos. Y uno más arriesgado: hacer que conecten entre sí de distintas maneras, respondiendo a estímulos permanentes aunque sin un impacto grave, profundo y más como una invitación a dejarse llevar. Para eso el Path Patarca es el lugar preciso porque permite estar en un lugar sin dejar de estar en todos los demás, como contradiciendo una premisa universal del universo. Y aprovechando esa disposición geográfica se podía estar frente a las fotografías de Mario Leguizamón y María Marcela Granero y escuchar las canciones de Joaquín Previgliano, todas con sello propio. Y ese es otro gran signo distintivo de la reunión que el sábado por la noche se llevó a cabo en el espacio cultural de calle Euskalerría: Todo esta marcado por una fuerte impronta personal más allá de las distintas expresiones y más acá de los engaños de las técnicas. Todo tiene un gran componente emocional. Hasta el guisito de lentejas tenía un gustito que encajaba perfecto y entonces se podía estar frente a las esculturas de Nicolás Storck degustando ambas cosas a la vez mientras en el escenario Piedra Libre encantaba a todos con un cálido repertorio de música infantil. En lo que a música respecta también tuvieron su momento Mauro Ligorria y un set con dos creaciones propias y otras dos del lado b del cancionero del rock argentino. Diego Lacroze también tocó sus composiciones y con la delicadeza de su guitarra fue cómplice de Mayra Bolinaga y Karen Loughlin en su plan de atrapar todas las miradas con su forma desarticulada de bailar y contar una historia con cuerpo y alma en ajustada conexión.
También Alberto Perduca compartió sus pinturas, Flor Pernicone y los Niñonautas sus fanzines y dibujos, los colores vivos en las obras de Valeska Castellano, los diseños artísticos aplicados a la decoración de Paloma Santos Barceló.
La palabra también tuvo un espacio importante. Diego Amaya dio lectura a algunos de sus relatos y Alejandro Gómez Monzón convidó retazos de su poesía en tanto que Daniel Cheruna se robó la atención de muchos con su interpretación de «El Corazón delator» de Edgar Alan Poe, todos coloreados por la melodías de Marcos Giraudo y Juan Pablo Mújica, bajo y piano respectivamente.
El cierre quedó en manos de Cool Frambuesa cuando ya los licores de Florencia San Juan circulaban de mano a mano coronando una noche especial que dejó ganas de que el verano llegue pronto.