Una flor de distinción
Para mí se merece una distinción, una flor de distinción, y también un subsidio para que esté aún más bella esa calesita que tantas alegrías le dio y le da a generaciones enteras de niños.
Miguel Lucero, el calesitero de Plaza Brown, se merece nuestro reconocimiento. Años y años regalando sonrisas y alegría a los chicos en la única calesita del pueblo.
¿Alguna vez alguien se puso a pensar que triste sería que esa calesita cierre?
El fin de semana llevé a Juanita, y ella rebalsaba de alegría. Ella y decenas de nenes más.
Incluso los que no tenían para pagar las vueltas, que se subían y andaban gratis, y también ellos agarraban la sortija que los habilita a otra vuelta gratis.
Me saco el sombrero ante estos héroes anónimos que priorizan la alegría de los nenes por sobre su ocio, su tiempo libre e incluso por sobre los difíciles obstáculos que la vida le puso por delante.
“La calesita me salvó la vida, yo venía de un problema muy grave, había perdido un hijo, no encontraba consuelo ni podía salir del pozo anímico terrible en el que había caído. Pero desde que empecé a hacer la calesita todos los chicos de la plaza venían a verme como la construía. Cuando la pude poner en marcha ellos empezaron a darme alegría y volví a la vida, porque ellos sólo te dan amor”, me contó Miguel allá por el 2012.
No conozco personalmente a Miguel, pero repito, se merece el reconocimiento de su pueblo.
Por buen tipo, diría el bambino Pons.