Palermo tiene un potencial enorme
Es cierto, el fútbol no responde a recetas mágicas. Pero hay patrones a los que no puede resistirse. Hay fórmulas que sumadas las unas con las otras dan como resultado un equipo preparado para maximizar sus mejores herramientas. Un equipo en el que cada uno juega de lo que debe jugar es justamente eso: un equipo. Con una disposición táctica, con un funcionamiento, un plan estratégico y la adaptación a las variables que el juego ofrece. Todo eso es Palermo. La respuesta a los conceptos básicos para optimizar el andar colectivo. Una dupla central sólida, seria. Dos laterales que sin exquisiteces, cumplen y un poco más también en el caso de Ortiz. La pareja de medios en un nivel altísimo y Geoghegan, sobre todo, haciendo todo bien en todos los sectores de la cancha. Silva que lastima en la ida sin perder fuerza para la vuelta y Maurizi, ese volante mixto con condiciones de igual valor en el terreno del meter y el de jugar. Si encima León suma gol y Wüitrich es ese loco que no come vidrio, Palermo tiene un potencial enorme. No es imbatible, claro. Pero se parece a esos equipos que no pierden así nomás. A esos que aun en un mal día saben cómo jugar, a esos que no regalan nada en tiempos bienaventurados y son austeros si hay que cuidar lo conseguido con esfuerzo.
Esas son las razones por las que Villa en el partido de ayer, semifinal del Apertura, no pudo estar a la altura de las circunstancias salvo en los primeros minutos. Porque, además, salvo Pardo, Minucci y Fratino, el resto de sus jugadores está en una meseta de rendimiento. Entregaron su mejor versión en el medio del torneo y eso alcanzó para llegar a esta instancia en la que El Cervecero evidenció claras diferencias producto de tener en plenitud a varios de sus hombres.
Entonces, Geoghegan y Blanco se acomodaron rápido a lo que fue el dominio inicial de Villa y aun en la paridad que reinó en la primera mitad del primer tiempo, los veinte finales fueron el principio del fin. El gol de León de buena factura para abrir la cuenta y el golazo del Melli ex Douglas cortando en diagonal de izquierda hacia el medio y clavando en el ángulo más lejano al intento de Díaz un derechazo perfecto, hermoso. Uno-dos y a la lona. Que cuenten hasta mil.
Sin reacción Villera, El Cervecero aprovechó un descuido en la puerta del área y León volvió a fusilar al uno Diablo sin miramiento alguno y festejó el 3 a 0 a poco de iniciado el complemento. No sirvió ni para hacer crecer una ilusión el descuento (Bahillo en contra) inmediato y con mucho por jugar. Los de Gabilondo seguían luciendo derrumbados, sin poder dejar asomar el temple que los destaco siempre en las malas por debajo de los escombros de una derrota sin atenuantes, más dura aún en el 4 a 1 de Dominé que otra vez ingresó con el selló en la mano para legitimar una victoria que valió el pasaje a una nueva final.
SÍNTESIS:
Palermo (4) I. Salvetti (6); L. Masellari (6), N. Bahillo (8), S. Bochatay (7,5), J.I. Ortiz (7); O. Silva (6), B. Geoghegan (9), L. Blanco (6), F. Maurizi (6); G. Wüitrich (6,5), G. León (8) – DT: D. Alfaro.
Ingresaron: G. Sabaté, J. Dominé y N. Lezcano.
Villa (1) M. Díaz (5); E. Sare (4), J. Ramírez (4), N. Burgos (3), L. Gené (4); D. Barrale (3), M. López (4), M. Fratino (5), D. González (4,5); G. Pardo (5); G. Minucci (5) – DT: A. Gabilondo.
Ingresaron: Á. Sánchez; T. Leiba; L. Luna
Goles: León x 2; Geoghegan y Dominé (Palermo) – A. Sánchez (Villa)