Tribu dejó su huella en la Vasca
El martes 24, víspera del 25 de Mayo, se presentó TRIBU en la Taberna Vasca. El cuarteto vocal integrado por Anamari Solanes, María Eugenia Cozza, Ágata Musladino y Nazarena Quiroga desplegó un repertorio apoyado en la canción Latina, clásicos contemporáneos, un poco de rock y una pisca de blues para condimentar el que terminó siendo un plato delicioso. Para eso, la mano de Adrián Charras en teclados y piano y Cristian Rodríguez en batería y percusión resultó fundamental. Perfectos en la ejecución, cuidadosos en el matiz y sabios para sostener musicalmente a la banda.
«Oración a San Benito» para el inicio y después dos de esas que algunas vez pasaron en la radio no lo suficiente para convertirse en clásicos pero sí como para recordar sus estribillos: «Sola en la arena» y «Muero de amor por ti», la primera de Madryn y la siguiente de Bandana, dos grupos surgidos de distintos realitys. Luego la emotiva «Era en Abril» interpretada por Solanes y Musladino con la intensidad justa para quebrar las fibras internas del público que respondió con un aplauso generoso. «Mientes» para el dúo de Cozza y Quiroga y más cerca del cierre de la primera parte «Stand by me», esa perla de Ben E. King de los primeros 60′ hecho en plan Jack Johnson, como un paseo en la playa en un atardecer para luego dejar la piel en «Malo» de Bebe y generar un clima de reflexión respecto de la mujer y su eterna lucha frente a la violencia. Ni una menos.
Luego de un intervalo algo extenso, se vivieron los momentos más interesantes. Todas tuvieron su instante como solista, comenzando por Nazarena, siempre correcta en su versión de «Diablo y alcohol». Pero el ratito caliente de la noche fue obra de María Eugenia Cozza que peló actitud blusera y se metió en el cuerpo de «Para amarte una vez más», de Patricia Sosa. Anamari dejó con ganas de más haciendo «Amor de mis amores» y Ágata, con su voz de negra se hizo Caribe para Bachata Rosa de J.L Guerra.
«Amores de barra» se ganó la ovación y «Dame un limón», esa rareza de Divididos, el respeto, pues allí aparecieron los mejores arreglos vocales de la velada. «Hallelujah» y «La vida es un vals» fueron el puente hacia el final, sin embargo antes Ariel Ferretti sumó su guitarra para generar junto a Charras y Rodríguez otra foto memorable para los oídos y dar paso a «Somos uno» de Axel, elegida como cierre. Aunque la gente que llenó la Taberna y reclamó otra y obligó en el mejor de los sentidos a que se escuchara una vez más «Malo» y después si el aplauso merecido para un show que aun con sus desprolijidades se inscribió como una excelente demostración de talento grupal e individual.
Por Diego Amaya