El Rock en Arrecifes se apaga, pero nunca muere.
El Rock en Arrecifes se extingue, se apaga, se duerme, pero nunca muere. Y en la noche del sábado dio una nueva señal de estar más vivo que nunca. Fue en la «Peña de Rock», en el Club Obras Sanitarias, reducto que se ha transformado en escenario de los más importantes recitales de los últimos años: «El Maldición» tributo a Los Redondos, la presentación de El Cazador, Los 10 años de vida de Soldaditos y «Confort y Música para Volar» que a punto está de cumplir dos años de su realización. Habrá que sumar a esa lista este proyecto autogestionado, iniciativa de los propios músicos, que tiene justificadas pretensiones de seguir creciendo. Razones sobran: buena organización, aceptable respuesta del público, sonido y luces acorde a las circunstancias y tres bandas serias.
Desde Pergamino, Vehivurú llegó para encargarse de abrir fuego. Y lo hizo con la autoridad que dan más de cinco años de rodaje, entre ensayos y shows. Con formato trío, sonaron «El Domo», «Resentimiento» y «Lo que el alma quiere» hasta llegar a una lograda versión de «Mañana en el Abasto», el clásico de Sumo. Ya sobre el final, «Cicatrices», «El síndrome del payaso triste» y «Faena», muy celebrada por la gente que acompañó a la banda, dándole un marco más que interesante a la noche.
Apenas minutos después, Nómades se hizo cargo del escenario. La banda de Gaba Leguizamón, Marcos Giraudo y Rodrigo Zalloco salió con todo.»Vivir y resistir», fue la elegida para marcar el camino. El sonido cobró otro brillo, más claridad en las ejecuciones, y el enorme aporte de Juan Pablo Mújica en teclados, cada vez menos invitado y casi un Nómade más, hizo crecer en matices y colores a las creaciones originales. Siempre ajustados, fueron recorriendo su set. «El espejo», «La Estrella» y «Libre albedrío» hasta llegar a «El hombre destruye lo que ama», en la que como es ya habitual Mayra Bolinaga subió a las tablas para generar desde sus movimientos una especie de atracción hipnótica. Después, el único cover de la lista: «Adonde está la libertad», de Pappo. Con «Sueño Chaman», «vivís al palo» y «Chusma Chabón», entre otras, cerraron de gran manera dejando una atmósfera caliente para A punto Caramelo.
La banda que desde lo anímico lidera Ezequiel «Ruso» Sinjovich hizo de su momento una especie de show propio. Se adueñó de la noche en todo sentido y lo hizo apoyándose en canciones propias y covers taquilleros de Los Redondos, Las Pelotas y Sumo. «Box» para abrir y calentar motores y pegadita «La Parabellum del buen psicópata». De menor a mayor, desde el rock más crudo, la canción y el reggae, se van asentando. El inestimable aporte de Carlos Zingoni, teclados y sintetizador, generando climas y atmósferas perfectas sobre las que se desarrolla el largo repertorio da lugar a que se luzcan los vientos, impecable Mauro Ferrón que casi sobre el cierre se hizo cargo del micrófono para romperla toda con «Estallando desde el Océano». Antes: «Abejas», cover pelotero con Anamari Solanes como invitada, «Disfrutar», «Pensar», Néctar» y la constante arenga a buscar un mundo mejor por parte de Sinjovich que entre Sokoles y Solaris bailoteó todo el show contagiando una vibra particular, como sucede con el resto de la banda. El final llegó con el espíritu hitero de «Renacer» en la voz de Mauro Ligorria y «Río» para bajar el telón de lo que fue un gran punto de partida para una intención que consiguió abales para una segunda vuelta.