Destacable: «90 minutos y ningún insulto»
El último fin de semana se disputó la final de la Liguilla del torneo de fútbol local, y ocurrió un hecho inédito que merece ser destacado: No se escuchó ni una sola ofensa o insulto durante los 90 minutos que duró el encuentro.
El partido fue disputado entre Villa Sanguinetti y Sportsman de Carmen de Areco, se jugó con mucha gente en las tribunas locales, vecinos e hinchas de la Villa en la tribuna de madera y gente perteneciente al ámbito del fútbol, de clubes diferentes, en la tribuna de cemento.También vinieron unas 50 personas desde Carmen de Areco, quienes se ubicaron en el sector destinado a la hinchada visitante.
El resultado fue por momentos desfavorable a Villa Sanguinetti, sin embargo sólo se escucharon aplausos, cornetas y redoblantes. Durante los 90 entretenidos minutos de juego no se sintió, como suele ocurrir, ningún insulto ni ofensa a los árbitros, tampoco a los jugadores visitantes y mucho menos a los jugadores locales.
Es un hecho destacable, teniendo en cuenta que el partido fue una final, con todos los nervios y la ansiedad que éste tipo de instancias conllevan.
Es un mérito pura y exclusivamente de la gente que fue a alentar por su equipo, por su barrio, y de aquéllos que acompañaron a un equipo arrecifeño que si bien no defiende los colores de toda la ciudad, sí la representa. Es una clara evidencia de que sí se puede, el fútbol es un deporte hermoso, el más lindo del mundo, y deberíamos tomarlo como tal.
Lástima que muchas veces se vea manchado por actos violentos o actitudes repudiables, que se sobredimensionan en una ciudad con menos de 30 mil habitantes, en la que prácticamente todos nos conocemos y muchos deben soportar que los agravien estando dentro del campo de juego, aún cuando se sabe que en la vida diaria “los malos” disimulan cuando se cruzan con sus “odiados rivales” en la calle.
Esperemos no tener que mordernos la lengua el próximo domingo, y si así fuera, no quita que el partido pasado haya sido digno de destacar, tanto por parte del respetuoso (no por ello menos alentador) público, como por parte de los jugadores, quienes se saludaron al finalizar el juego. Todos demostraron que el fútbol, si bien es apasionante, no es más que un juego. Y repito, es el juego más lindo del mundo.